Título: Sinfonía No.8
Orquesta: Orquesta Sinfónica Académica Estatal de la Federación Rusa.
Género: Música Clásica Sinfónica.
Fechas: Grabado en 1998, publicada en Abril de 2001.
Compositor: Alfred Schnittke. Estilo: Poliestilismo.
Duración: 37:43 Sello: Chandos Records. Composición: 1994
Sin lugar a dudas, la sinfonía es uno de los géneros más ambiciosos y expansivos de la música clásica, pues da cabida a prácticamente; obras heroicas y poderosas, trágicas y apasionadas, depresivas e incluso autodestructivas, pero también piezas líricas que nos introducen en lo más profundo de la intimidad del autor que la ha escrito. Este último es el caso de la obra que voy a hablar: la octava sinfonía de Alfred Schnittke.
Alfred
Schnittke fue un compositor ruso clave de finales del siglo XX,
seguramente el más importante tras la muerte de Shostakovich en 1975. Su
obra se puede dividir en tres etapas (aunque no soy muy fan de hacer
estas convenciones); una primera claramente influenciada por
Shostakovich, hasta el punto de ser acusado de ser un imitador. Tras
descubrir la vanguardia europea y el dodecafonismo a través de Luigi
Nono, Schnittke evolucionó hacia un estilo fuertemente personal llamado
poliestilismo («El objetivo de mi vida es la unificación de la música
seria y la música ligera, aunque me rompa el cuello haciendo esto»). Sin
embargo, varios ictus deterioraron su salud gravemente, transformando
su estilo en algo más ascético, seco, oscuro a la vez que intensamente
místico.
Schnittke también fue un compositor fuertemente religioso, elemento que fue adquiriendo cada vez más importancia y que permea muchas de sus obras. El compositor fue siempre mirado con sospecha por parte del régimen soviético, no sólo era un ruso de origen alemán del volga, sino también religioso, y su poliestilismo apestaba a la decadencia burguesa occidental. Tijon Jrénnikov, secretario general de la Unión de Compositores, lo mantuvo en el punto de mira del estado hasta que su música se consideró más aceptable en los años ochenta.
La octava sinfonía es la más íntima y lírica de todo el ciclo, fue terminada el 27 de enero de 1994, siendo una comisión de Guennadi Rozhdéstvenski para la Real Orquesta Filarmónica de Estocolmo, siendo estrenada el diez de noviembre de ese mismo año. Como se ha mencionado antes, Schnittke sufrió una serie de derrames cerebrales a partir de 1985, pero se negó a rendirse ante ellos, continuando su carrera y produciendo una notable cantidad de excelente música hasta su muerte en 1999. El compositor reconoció que esto lo llevó a la contemplación de temas más allá de este mundo, y sacó a la superficie sus experiencias espirituales. La octava sinfonía refleja estas inquietudes.
El
primer movimiento consiste en una passacaglia. Comienza con un ostinato
austero y oscilante como tema principal, balanceándose entre las
trompas. Luego siguen veintidós variaciones basadas en dicho ostinato.
En las primeras cinco variaciones, el tema pasa sutilmente de un
instrumento a otro. El uso de saltos de intervalos amplios es un rasgo
característico de Schnittke presente aquí. Del sexto al noveno conforman
un clímax sobrio pero apasionado. El tema de Schnittke se trata de
forma semifuga cuando se llega a la undécima variación. Las armonías
cambian en las variaciones decimocuarta (con una parte destacada para
clavecín), pasando a un plano más misterioso. El resto de variaciones
hacen la música más enrarecida, etérea, con sonidos más elevados y
exóticos. En este nuevo y apagado mundo sonoro de Schnittke flota una
desolación que no ofrecerá consuelo ni respuesta fáciles.
El segundo movimiento comienza con una ligera aceleración del tempo y una sugerencia de que el tema del ostinato del primer movimiento persiste. Pero ahora, una declaración concisa del contrafagot, y rápidamente resaltada por los primeros violines, provoca un cambio notable. Este motivo de tres notas determina la forma del movimiento. La música pronto se transforma en una fanfarria sombría y llamativa. Esta se escucha dos veces, entre las cuales nos sacude el repentino destello en los timbales del motivo de tres notas. Dios sabe qué horrores Schnittke, desde un punto de vista inescrutable, casi desconectado, pero al mismo tiempo con la más profunda compasión, ha estado contemplando en este movimiento. La llamada de la trompa final se eleva, amortiguada, antes de detenerse en el aire.
El tercer movimiento, y en particular su tema inicial recurrente, tiene un extraño parecido con el tema inicial de la Sinfonía de Fausto de Liszt. También oiremos, en los bruscos saltos intermedios y en la angustia sublimada, una voz que recuerda a Mahler (aunque sin asomo de autocompasión). Y, sin embargo, al comienzo de cada estribillo del tema, la emoción es tal que puede resultarnos difícil contener las lágrimas. En más de una ocasión, la orquestación se reduce a dos instrumentos solistas, normalmente flauta y clarinete. A mitad de camino, escuchamos un tema coral en los metales. Esto es como una encrucijada donde Schnittke condensa un motivo y una textura cruciales, no muy diferentes de los que introdujo en el tercer movimiento de su sinfonía anterior. En la consolidación ahora confluyen indicios del canto ruso, la aparición de Brunilda a Siegmundo y, sobre todo, la trascendental espiritualidad católica.
El cuarto movimiento se estructura en torno a las fanfarrias del segundo, aunque aparecen rastros del movimiento lento que se entrelazan. Estas fanfarrias están unidas por un nuevo patrón rítmico de 3/2. Hay dos puntos de equilibrio principales que encierran una secuencia de acordes muy sombríos, al estilo de Shostakovich. Los golpes de tam-tam, que cerraron el primer movimiento, reaparecen y finalmente marcan la transición a la parte final.
El
quinto movimiento es una coda que evoca los penúltimos compases del
epílogo del ballet "Peer Gynt" de Schnittke. Es un ascenso a otra
esfera. Debajo de la superficie armónica escuchamos cinco acordes
crípticos, escuchados respectivamente en dos arpas, celesta, clavecín y
piano. Estos se disuelven en el punto del pedal elevado y continuo, que
debería suavizarse sin desaparecer. Un final místico como pocas veces se
escucha en todo el repertorio clásico.
La grabación que recomiendo es la dirigida por Valery Polyansky, creo que es la que mejor refleja el contenido trascendente y espiritual de la obra a la vez que su calidad de audio es buena. En suma, una obra que recomiendo y que contrasta fuertemente con los acelerados, consumistas y prosaicos tiempos en los que vivimos.
Dejo un link a través del cual escuchar la obra: https://youtu.be/Ys97q0Z43Uc
Sergio Cánovas
Reseña: Sinfonía No. 8 de Alfred Schnittke
Cómo citar este artículo: CÁNOVAS, SERGIO. (2023). Reseña: Sinfonía No. 8 de Alfred Schnittke. Numinis Revista de Filosofía, Año 2, 2023, (RM27). https://www.numinisrevista.com/2023/11/resena-sinfonia-no-8-de-alfred-schnittke.html
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