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My pen is a gun. La mirada femenina en el álbum debut de RAYE, My 21st Century.

RESEÑAS

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My pen is a gun.

La mirada femenina en el álbum debut de RAYE, My 21st Century Blues.

 Águeda Rodríguez


Reseña: My 21st Century Blues, RAYE (2023)

«Llegué a la conclusion de que mi voz era tan poderosa

que podía matar a la gente»

Angelou, M.

 

            My 21st Century Blues es una breve autobiografía de los últimos 7 años de su vida —dice RAYE—, relatos que narran la construcción de su identidad, que crean una sujeto narradora. Combinando jazz, blues, pop, R&B y música electrónica, Raye crea espacios musicales para contar y pensar acerca de su experiencia como mujer. El género de la autobiografía ha servido al movimiento feminista para destapar las estructuras de poder que oprimen a las mujeres, así como cuestionar los discursos interiorizados por las personas de género femenino acerca de cómo tiene que ser una mujer. No es un ejercicio personal, también es fuertemente político. RAYE apoya su autobiografía en sonidos que fusionan diversas influencias, desde Etta James hasta Jill Scott, pasando por Amy Winehouse y Alicia Keys. Apuesta por la superposición de capas, con delays y reverbs que dan cuerpo al discurso sin perder la organicidad de los instrumentos, alternando producciones minimalistas con canciones más amplias; buscando lo real y alejándose de lo metafórico. Crea una sensación cinematográfica y profundamente íntima que le permite ordenar los hechos. En este proceso musical, RAYE resignifica las emociones o comportamientos de las mujeres en favor de una identidad femenina libre de opresión, reformula los conceptos de femme-fatale y femme-fragile escribiéndolos desde la experiencia femenina y no la mirada masculina —pues ambos conceptos son originalmente construidos desde una concepción profundamente heteropatriarcal—.

RAYE articula y describe una experiencia de ser mujer en la que la vulnerabilidad es un momento de construcción y el empoderamiento es una actitud crítica. La postura de la artista oscila entre la femme-fatale de canciones como Hard Out Here, Flip A Switch o Five Star Hotels[i]; y la femme-fragile de Black Mascara, The Thrill is Gone o Body Dysmorphia. Un contraste muy frecuente en la literatura, el cine e incluso en la ópera: la villana seductora que se debe condenar en oposición a la damisela en apuros, débil, a la que se idolatra. RAYE hace una relectura de estos dos arquetipos en favor de la construcción de una identidad femenina que recoge estos dos momentos, no como la dicotomía ente villana y heroína, sino como dos momentos que forman parte de la experiencia de ser mujer. Esta mujer adopta la actitud furiosa en tanto en cuanto es víctima de la violencia que el sistema patriarcal ejerce sobre ella: «Todos los CEO’s blancos, que le jodan a vuestro privilegio (…) Estoy a punto de hacer llorar a estos hombres»[ii]. La mujer furiosa, normalmente vista como histérica e irracional, es una mujer consciente y es una mujer crítica que reconoce la opresión. Su reacción agresiva tiene origen en el mismo sistema que posteriormente tratará de silenciarla[iii] mediante juicios que invaliden su ira —véase, negando la existencia de la agresión o ridiculizando la ira femenina—. La femme-fatale de RAYE tiene origen en esa ira que, regulada, es una herramienta epistémica para identificar la opresión y los opresores:

La ira expresada y convertida en acción al servicio de nuestra visión y futuro es un acto liberador y fortalecedor de claridad, pues es parte del doloroso proceso de conversión identificar quienes son nuestros aliados con los que tenemos graves diferencias, y quiénes son nuestros verdaderos enemigos[iv] (Lorde. 2007: 127).

En su relectura de la femme-fatale reinterpreta la idea del deseo sexual y la provocación como no alienados, el sexo y la seducción son acciones que permiten agenciarnos de nuestro cuerpo. Una mujer erótica y atractiva se puede construir alejada de la mirada masculina, la reiteración de dicha voluntad supone una resistencia a los estereotipos de mujer erótica o atractiva dictados por esta. La idea latente de deseo no es moral —aunque en algunos momentos del álbum admita haber recurrido al sexo como medio para escapar[v]—, sino que es un acto que realiza desde la libertad, sin perjudicar su autoridad, inclinada a la autoexploración y el trabajo entorno a la autoimagen. Canciones como Flip A Switch o Five Star Hotels exploran esa sexualidad libre de culpa, haciendo alusión a la retórica patriarcal que menosprecia a las mujeres quienes viven libremente su deseo sexual, ironizando sobre los roles impuestos que terminan por cohibir a las mujeres de disfrutar libremente su sexualidad: «que le jodan al amor, voy a hacer lo que las perras mejor sabemos hacer»[vi].

La fragilidad, la tristeza, la necesidad o la culpa no tienen por qué ser evidencias de subordinación o debilidad. Así lo plantea la artista británica al presentar canciones como Black Mascara, The Thrill Is Gone, Body Dysmorphia o Worth It. La idea de que la mujer debe ser siempre fuerte es ciertamente otra forma de opresión, además de tener implicaciones plagadas de paternalismo. Sin embargo, en la fragilidad no tiene por qué darse un sometimiento a la figura masculina tampoco. En la tercera pista del álbum, Black Mascara, se presenta esta femme-fragile y RAYE dibuja una imagen muy poderosa: «Una vez veas mi máscara de pestañas negra correrse, huiré de ti hasta las manos de mi madre»[vii], el maquillaje, la máscara de feminidad —en clave de Joan Riviere— colapsa, deja de performar la feminidad y emerge la violencia que la máscara trataba de ocultar. Aquí la vulnerabilidad es un acto comprometido con reconocer la feminidad como un enmascaramiento, una manera de protegernos. Es, en último término, un acto artístico y político: «(…) la vulnerabilidad, entendida como una exposición deliberada ante el poder, es parte del mismo significado de la resistencia política como acto corporal» (Butler, 2014). Por otro lado, en ese momento de flaqueza no aparece un hombre —u otros hombres—, sino que hace referencia a una red de sostén femenina; en este caso, esa red fundamental es la figura materna. Niega la figura de la femme-fragile que necesita del sujeto masculino para apaciguar la pena. Entendemos este momento del álbum como el punto de inflexión que lleva al posterior rechazo de la imposición de la mirada masculina. La siguiente línea que considero pertinente comentar entorno a la cuestión pertenece a The Thrill Is Gone. En la séptima pista del álbum ruega: «Dime algo bonito»[viii], reconoce su vulnerabilidad incluso ironiza sutilmente sobre ella a través de la música. Hace inflexiones con la voz fingiendo ese tono de ruego, hay cierta ironía en la letra, «mi chico no es mi chico, pero le llamo así porque se siente mejor»[ix]. La picardía y la comicidad sirven a la artista para reconciliarse con el trauma. RAYE escribe una femme-fragile como aquella que explora su dolor y se reconoce en él como parte de la autobiografía[x]. No para curar sino para reordenar su identidad.

En esta autobiografía se narra la experiencia del abuso sexual y violación. En Ice Cream Man las metáforas escasean y son sustituidas por un relato crudo y escalofriante sobre la manera en que un productor musical le engañó para ir a su estudio, donde ocurrió la violación. Una de las grandes preocupaciones de la Cuarta Ola Feminista es la violencia sexual y la cultura de la violación, esta última —entre otras metas— tiene como objetivo desmentir los mitos acerca de la violación. En este sentido, la narración de la artista británica, en tanto que víctima, es una herramienta imprescindible para empatizar con las mujeres que han sufrido/sufren abusos sexuales o para comprenderse a una misma, si es que ha pasado por lo mismo. Aborda cuestiones como su proceso para comprender el consentimiento, la culpabilidad o el estrés que supone denunciar la agresión. Sobre todo, explora las implicaciones que la violación tiene en la construcción de una identidad. Repite en el estribillo: «Soy una mujer, una mujer jodidamente valiente y fuerte»[xi], casi como un mantra que le acompaña en el procesamiento de los hechos, «y estaría condenada si dejara a un hombre arruinar la manera en la que camino, hablo y me comporto»[xii]. Esta última declaración es clave, ser víctima de las acciones de un hombre que toma posesión del cuerpo de una mujer en contra de su voluntad no merma la autoridad de esta, ni domina su fortaleza. Sobre todo, no imposibilita la construcción de una identidad femenina fuerte, valiente y vulnerable. El significado de vulnerabilidad que se extiende por el álbum es de la capacidad para pensar acerca del dolor, poner en tela de juicio los valores asumidos sobre la tristeza como manifestación de debilidad, reflexionar sobre la violencia que sufrimos y revisar las estructuras que provocan esta en virtud de una identidad femenina escrita desde la mirada de la mujer. En Body Dismorphia vuelve a realizar un ejercicio ejemplar de ello, exponiendo su relación conflictiva con la autoimagen y la obsesión casi patológica con analizar su cuerpo. «Quiero cortar partes (de su cuerpo)», admite en la segunda estrofa, entonces, procede en el estribillo «(…) es mi único cuerpo». El acercamiento tan franco a los pensamientos que una mujer tiene sobre su cuerpo a través de un proyecto musical —sobre todo cuando esos pensamientos suelen estar motivados por la mirada masculina que mide el valor de las mujeres en su atractivo atendiendo a una calibración dictada por los hombres—, resulta un medio muy potente para crear una sensación de comunidad entre las mujeres[xiii].

La música permite a RAYE transmitir una autobiografía situada, se apropia de sus historias y crea un hilo narrativo musical. La música intensifica y traduce la historia. Los méritos de RAYE son dos: la fusión de géneros, canónicos y contemporáneos, apostando por una estructura libre en las canciones; y la decisión de contar-se. El género autobiográfico es de inmensa importancia en la literatura escrita por y sobre mujeres en tanto en cuanto nos ponemos como protagonistas y nos damos importancia como sujetos afectadas. Las mujeres artistas debemos hablar de vulnerabilidad, sexo, tristeza, alegría, afecto, romance, adicciones, traumas… Tenemos que narrarnos —como hace RAYE a través de la música— para así conocernos desde la mirada femenina.

 

Águeda Rodríguez.

My pen is a gun.  La mirada femenina en el álbum debut de RAYE, My 21st Century.


Cómo citar este artículo: RODRÍGUEZ, ÁGUEDA. (2025).  My pen is a gun.  La mirada femenina en el álbum debut de RAYE, My 21st Century. - Reseña artística. Numinis Revista de FilosofíaÉpoca I, Año 3. ISSN ed. electrónica: 2952-4105. https://www.numinisrevista.com/2025/07/my-pen-is-gun-la-mirada-femenina-en-el.html


Bibliografía

hooks, bell. (2017). El feminismo es para todo el mundo (B. E. Agustí, L. T. Lozano Ruiz, M. S. Moreno, M. Puertas Romo & S. Vega González, Trads.). Traficantes de Sueños.

LORDE, AUDRE. (1984). Uses of the erotic: The erotic as power. En Sister outsider: Essays and speeches (pp. 53–59). Crossing Press.

LORDE, AUDRE. (1984). The uses of anger: Women responding to racism. En Sister outsider: Essays and speeches (pp. 124–133). Crossing Press.

MIER, TOMAS. (2023). Raye Is Brutally Honest and Finally in Control on Her Debut Album. Getting There Wasn’t Easy. Rolling Stone. https://www.rollingstone.com/music/music-features/raye-escapism-21st-century-blues-interview-1234671381/

RAYE. (2023). My 21st Century Blues. Human Re Sources/Interscope Records.

RAYE. (2023). My 21st Century Symphony (Live at the Royal Albert Hall). Human Re Sources.

Raye Explicitly Speaks Her Mind On Debut Album, “My 21st Century Blues.” (2024). Nylon. https://www.nylon.com/entertainment/raye-my-21st-century-blues-album-independent

RIVIÈRE, JOAN. (2007). La femineidad como máscara. (A. Velásquez & M. Ponce de León, Trans.).

Universidad de Alcalá. (2014). XV Simposio de la Asociación Internacional de Filósofas. YouTube https://www.youtube.com/watch?v=hEjQHv0R6rQ



[i] Con la participación de Mahalia.

[ii] «All the white men CEOs fuck your privilege (…) And I'm about to have these grown men crying». La traducción es mía

[iii] «Get your pink chubby hands of my mouth» / «Quita tus manos rosadas y gordas de mi boca». La traducción es mía.

[iv] «But anger expressed and translated into action in the service of our vision and our future is a liberating and strengthening act of clarification, for it ir in the painful process of this translation that we identify who our allies with whom we have grave differences, and who are our genuine enemies». La traducción es mía

[v] Me refiero, literalmente, a la canción Escapism, en la que narra los métodos que utiliza para dejar de sentir dolor. Exceso de drogas, alcohol y el encuentro sexual como formas de abstracción.

[vi] «Fuck looking for love, I’mma stay doing what us bitches do best». La traducción es mía.

[vii] «Once you see my black mascara/Run from you into my mama's hands». La traducción es compleja porque hace un juego de palabras con el ‘correrse’ de la máscara de pestañas y el ‘correr’ o ‘huir’ de una persona

[viii] «Say something nice to me». La traducción es mía

[ix] «My boy ain’t my boy/But I call him that ‘cause it feels better». La traducción es mía.

[x] Muy parecida es la canción Worth It, en la que expresa su deseo por que el hombre del que está enamorada le valore. En sus conciertos suele revelar como esa historia no tornó como ella hubiera querido. La actuación en vivo del álbum facilita las nuevas lecturas de las mismas canciones, revelando una experiencia no lineal en la que el tiempo es un factor determinante en la auto-comprensión.

[xi] «Cause I’m a woman, I’m a very fucking brave, strong woman». La traducción es mía.

[xii] «(…) and I’ll be damned if I let a man ruin how I walk, how I talk, how I do it». La traducción es mía.

[xiii] «Lamentablemente, a pesar de que las mujeres son más conscientes que nunca de lo extendidos que están los trastornos de la alimentación, que llegan a poner en riesgo la vida, un gran grupo de mujeres, desde las más jóvenes hasta las de edad más avanzada, siguen matándose de hambre para estar delgadas / Con frecuencia, las niñas hoy en día se odian a sí mismas tanto, en lo que se refiere a su cuerpo, como lo hacían sus predecesoras prefeministas». (hooks. 2017: 57, 58)

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