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Uno aprende de los que se van yendo

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Uno aprende de los que se van yendo

Todos, uno a uno, nos vamos yendo poco a poco; algunos, con prisas y antes de tiempo; la mayoría, despaciosamente. Cuando eres joven y estás sano, ni siquiera piensas que exista una puerta por la que saldrás algún día. La puerta de entrada es clara: la entraña el vientre de una mujer; la de salida, impredecible e inexorable. De una madre sale un hijo; en una caja entra un cuerpo. Llegas y te vas. Expectación y olvido. Y entre medias vamos haciendo tareas… ¿Con qué sentido? Ángel Luis Prieto de Paula lo resume eficazmente concluyendo su Contramáscaras: «Sólo tienen sentido aquellas tareas que hacemos como si tuvieran sentido». O sea, que si no lo tienen, hay que dárselo.  ¿Que tienes que escribir un artículo para que lo publiquen y no encuentras un tema que te satisfaga? Lo escribes y punto. Como ocurre en la película Perfect Days de Wim Wenders: un hombre que limpia baños públicos lo hace todos los días, uno tras otro, salvo cuando libra, y encuentra el sentido en una vida que a la mayoría le resultaría monótona, gris, insulsa.

Alice Herz-Sommer, cuando tenía 108 años y le preguntaron qué consejo daría a los jóvenes que se sienten tristes, deprimidos o pesimistas, respondió que no hay nada como la satisfacción de haber hecho algo bien. Pero, ¿qué ocurre cuando uno no encuentra nada que le satisfaga? Pues no le queda otra que sacar satisfacción de donde no la hay y, por lo menos, hacer bien aquello que hace; y si lo que hace es vivir, como poco, que viva bien. La alternativa: ir entrando en la caja para salir por la puerta hacia el olvido. Ya, pero ¿y si no te dejan? Quiero decir, ¿si no te dejan vivir bien? Combate. Ya, pero los hay poderosos, muy poderosos, contra quienes es inútil combatir; ¿entonces qué? Relee bien el apotegma de Prieto de Paula en Contramáscaras. ¿Cuál? ¿Ese de que solo tienen sentido aquellas tareas que hacemos como si tuvieran sentido? Sí, ese mismo… Y de paso, léete el libro entero si lo encuentras.

Poco a poco, uno a uno, nos vamos yendo todos. Antes de tiempo y con prisas, algunos; el resto, lentamente y con parsimonia. A cierta edad casi que nos olvidamos de que nacimos del vientre de nuestra madre. Una mujer. Un vientre. Escribir y punto. Vivir y punto. Dar sentido. Y no comprender unos versos:


Perdida.

Cachonda.

Cachonda perdida.

Mujer de aceite, 

hembra de oliva.


Van cayendo del racimo de la vida los días perfectos y uno aprende de los que se van yendo…

Michael Thallium

Uno aprende de los que se van yendo



Cómo citar este artículo: THALLIUM, MICHAEL. (2025). Uno aprende de los que se van yendo. Numinis Revista de FilosofíaÉpoca I, Año 3, (CV119). ISSN ed. electrónica: 2952-4105. https://www.numinisrevista.com/2025/06/uno-aprende-de-los-que-se-van-yendo.html

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