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La categoría de «contemporáneo». El Arte Drag como representación de las aspiraciones del arte contemporáneo

RESEÑAS

La categoría de «contemporáneo». El Arte Drag como representación de las aspiraciones del arte contemporáneo.

Con-temporáneo, ser «con-temporáneo» es colaborar con el tiempo, dice Groys. El artista de nuestro tiempo no es el que trabaja con el aquí y ahora, es el que se relaciona con lo que ha acontecido, acontece y acontecerá. El arte ya no aspira a quedar archivado, sino que permite imaginar futuros, sabe que el tiempo está entrelazado; el pasado no puede ser sepultado y el futuro siempre está llegando. El ángel de la historia observa atentamente el pasado, aunque inevitablemente siempre se mueva al futuro. Pero el arte lo producen los artistas, y estos son los que realmente se enfrentan a la temporalidad, obligados a intervenir desde su circunstancia, oscilando entre la producción de futuros ideales y la inscripción de su obra en sistemas históricos.

Si bien hay numerosas tendencias preocupadas por mediar entre estas tensiones temporales, el Arte Drag actúa, pasea en el tiempo entrelazado como si este fuera su presente, o su eternidad. Aunque la relación que tiene este arte con el tiempo es más bien compleja. El Arte Drag tiene su origen en el ballroom —aunque ya se habían dado manifestaciones previas de «travestismo» en épocas anteriores como en las obras de Shakespeare o en el burlesque—, un espacio para que personas negras y latinas del colectivo LGTBIQ+ pudieran celebrar sus identidades, un espacio heterotópico, un espacio real que es otro. Así, el Drag nace como respuesta a las necesidades de una época marcada por una discriminación feroz, y hoy sigue existiendo por eso mismo. A pesar de haber llegado a las plataformas de streaming, el lugar del drag, donde realmente ocurre el arte, sigue siendo en teatros y clubs nocturnos, otros espacios en los que el drag no siente opresión. El Arte Drag pone de manifiesto este tiempo entrelazado, vive en un contexto en el que su existencia es celebrada, puede avanzar, y al mismo tiempo sufre de violencia y rechazo constante por otras grandes comunidades de pensamiento decrépito. Convive en los distintos momentos del presente.

El drag es una suerte de fantasía que anhela ser realidad, un arte necesario en el presente con la aspiración a un futuro —tal vez utópico— para el que necesita primero revisar y recontextualizar el pasado. Así, sus principios se sostienen sobre la ruptura del canon histórico. Consiste en una ruptura de los conceptos más arraigados en el imaginario colectivo, como el género binario y lo que entendemos por «masculinidad» o «feminidad»; queda completamente desprovisto de universales que lo condicionen. Esa masculinidad entendida como competencia, autonomía, autocontrol, independencia, y esa feminidad condenada a la fragilidad, la incompetencia y la pasividad[1]. La propuesta es desafiar hasta el extremo de la burla dichas asunciones. También es común la presencia de objetos o personajes pasados para la creación de sus alter ego o persona, como personajes históricos o celebridades que han abrazado el drag. El folclore es otro de los elementos comunes en un intento de apropiarse de su cultura, —como es el caso de las Drag Queens Hornella Góngora o Carmen Farala—, una cultura que, en la mayoría de los casos, les ha dado la espalda. En el caso del Drag español, es común la reivindicación de figuras como Lola Flores o Rocío Jurado por representar el empoderamiento femenino, la fuerza y la pasión en el escenario; y de tradiciones como el flamenco o el cuplé. Traen a estas figuras a su tiempo y las ponen en diálogo con la actualidad, sacándolas del archivo que las condicionaba a permanecer en su momento histórico. No es casual su vínculo con las folclóricas, pues muchas de ellas apoyaron activamente al colectivo e incluso mantuvieron relación con artistas drag. De la misma forma, en sus performances reivindican constantemente la opresión, pasada y actual, al colectivo LGTBIQ+. Ironizan sobre instituciones como la iglesia o la élite cultural, expresan abiertamente el trauma personal y colectivo directamente relacionado con su orientación sexual o género e interpretan la estética y los iconos de la historia desde una perspectiva queer. Estas cuestiones no se tratan de manera  aislada, sino que se integran para que asuntos del pasado dialoguen con el presente. Se detiene el tiempo, creando una experiencia en la que el espectador observa cómo se construye una realidad en la que se reescriben las categorías temporales; las artistas drags actúan como curadoras, organizando e interpretando el archivo. Con todo, el drag siempre queda inscrito en el presente, pero avanza con su tiempo atendiendo a lo que ocurre en su contexto: «drag sort of happened to us (…) it was different from the kind I do now, it was  punk rock, with combat boots and smeared lipstick» / «el drag nos pasó (…) era diferente del que hago ahora, era rock-punk, con botas militares y rastros de carmín» (Ru Paul).

En el caso de las artistas drag su obra de arte son ellas mismas, su propia identidad participa de esta forma de ver la sociedad, son conscientes del potencial transformador. «We’re born naked, the rest is just drag»/«Nacemos desnudas, el resto es solo drag» (RuPaul), es una de las frases más célebres de la madre del drag y también nos sirve para entender en qué consiste esta tendencia. Toda gira en torno a la creación de una persona o alter ego que no tiene por qué atender a los códigos canónicos, es más, se desprende de toda forma previa de comprensión; el drag explora las fantasías y deseos de sus intérpretes, así como nuevas formas de entender la feminidad y la masculinidad. Transforman su cuerpo a través del body art, creando maquillajes excéntricos y creativos en el proceso de adquirir una estética andrógina y visten de maneras extravagantes llegando a utilizar materiales inusuales y elementos decorativos —como hizo la Drag Queen Megui Yeillow en el octavo episodio de la cuarta temporada de Drag Race ES, donde utilizó bustos de sombrero para la pasarela—. Inevitablemente son una representación de la estética kitsch, tendencia caracterizada por dialogar con el pasado y denotar nostalgia, pues ven la belleza en lo hortera y la utilidad estética en elementos normalmente considerados antiestéticos. Las artistas drag construyen una identidad contraria a lo que se espera de ellas, contraria a la naturaleza: exageran el atractivo sexual, Drag Queens como Chloe Vittu o Jimbo utilizan grandes senos falsos como elemento identificatorio de su drag; marcado por lo andrógino y la celebración irónica y desmesurada de la seducción. Es un arte profundamente político y polémico. Todos estos elementos recuerdan sin duda al  camp: el drag es artificio y exageración, es amor por el artificio y lo exagerado. Las pasarelas y performances drag se caracterizan por las acrobacias, los reveals de vestuario y peluca, los tacones kilométricos, corsés extremadamente ceñidos y looks arriesgados. ¿El objetivo? Una teatralización sobre los estándares impuestos a las mujeres a lo largo de la historia. El camp —y por lo tanto, el drages la resistencia a entrar en el canon, obliga a darnos la vuelta y mirar, se opone a ser archivado o congelado en un tiempo.

Con todo, estos elementos cobran sentido porque ocurren en un marco histórico concreto, en un tiempo cargado de historia y creador de ella, el drag dialoga con su contexto. La identidad drag se construye de la interpretación de elementos y momentos desperdigados en el tiempo. Este ejercicio de relectura del pasado y  atención a las voces del presente responde a una pulsión contemporánea. Una necesidad de sentir propio y presente lo que en el pasado se negó o arrebató, y de celebrar que hoy podemos empujar los límites que otras les fueron impuestos. En un momento en el que los lugares del arte en nuestro entorno se baten por sepultarlo y vivir en la constante nostalgia de coleccionar obras al tiempo que las condenan, el drag es una forma de vivir con el arte.

 

«Among other things, drag queens are living testimony to the way women used to want to be, the way some people still want them to be, and the way some women still actually want to be. Drags are ambulatory archives of ideal moviestar womanhood. They perform a documentary service, usually consecrating their lives to keeping the glittering alternative alive and available for (not-too-close) inspection.»

Warhol, A. (1998)

Bibliografía

GROYS, BORIS. (2019) «Volverse público. Las transformaciones del arte en el ágora contemporánea». Caja negra.

SONTAG, SUSAN. (2023) «On Women». Penguin books.

WINFREY, OPRAH. (s.f.). Oprah talks to RuPaul. Oprah.com. https://www.oprah.com/inspiration/oprah-talks-to-rupaul



[1] He tomado las definiciones de «masculinidad» y «feminidad» que da Susan Sontag en «On Women» (2023: 43) 

 


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