El poder de la desinformación, la
infoética y el periodismo ciudadano
La desinformación ha existido a lo largo de la historia, pero en la era digital actual, ha adquirido una nueva dimensión y una capacidad sin precedentes para influir en la opinión pública y moldear la realidad percibida. Aunque la idea de «fake news» ha acaparado la atención en los últimos años, es esencial explorar el fenómeno de la desinformación más allá de este término y reflexionar sobre las implicaciones éticas de la información en la sociedad contemporánea. Va más allá de simplemente crear noticias falsas; implica distorsionar la realidad, sembrar dudas y socavar la confianza en las instituciones.
Uno de los desafíos éticos clave
es la responsabilidad de los creadores y difusores de contenido. ¿En qué medida
son conscientes de la veracidad de la información que comparten? ¿Se están
tomando medidas suficientes para verificar la autenticidad de los datos antes
de difundirlos? La falta de diligencia en la verificación de hechos puede tener
consecuencias significativas, afectando la confianza pública y distorsionando
la percepción colectiva de la realidad. El periodismo ciudadano, aunque se
lleva a cabo por personas no cualificadas (profesionales de la información) han
conseguido democratizar este proceso, aunque fuera mediante una labor amateur.
La cuestión es que este proceso se ven involucrados los agentes sociales y
consiguen dar voz a aquellos ámbitos que los medios tradicionales no abordan.
Esta cuestión, no solo influye en la esfera pública, sino que también tiene
impactos psicológicos y sociales profundos. La propagación de información falsa
puede contribuir a la polarización y el fortalecimiento de las burbujas
informativas, donde las personas solo son expuestas a perspectivas que
refuerzan sus creencias existentes.
Además, puede generar
confusión y ansiedad, creando un entorno en el que la verdad se vuelve cada vez
más difícil de discernir. Para contrarrestar el poder de la desinformación, es
crucial fomentar una cultura de la información responsable. Esto implica la
promoción de la alfabetización mediática y la enseñanza de habilidades críticas
para evaluar la autenticidad de la información. Además, las plataformas
digitales tienen un papel esencial en la implementación de políticas que
limiten la difusión de desinformación sin sacrificar la libertad de expresión.
Hay noticias que se dan por veraces, pero portales de fact checking demuestran
que no es así y que todo obedece a unos intereses creados. Una buena muestra la
encontramos en páginas como Maldita o Newtral, en las que se demuestran con
hechos que la narrativa conspirativa afecta incluso a los medios presuntamente
más serios.
La infoética es un campo que
busca abordar cuestiones éticas relacionadas con la información y la
tecnología. En el contexto de la desinformación, cobra especial relevancia al
plantear preguntas fundamentales sobre la responsabilidad, la privacidad y la transparencia
en la comunicación de información. Sin duda, será un faro guía en este proceso,
estableciendo principios éticos que guíen la creación, distribución y consumo
de información en la sociedad moderna.
Arantxa
Serantes
El poder de la desinformación, la
infoética y el periodismo ciudadano
Cómo citar este artículo: SERANTES, ARANTXA. (2024). El poder de la desinformación, la infoética y el periodismo ciudadano. (CS28). Numinis Revista de Filosofía, Época I, Año 2, (CS26). ISSN ed. electrónica: 2952-4105. https://www.numinisrevista.com/2024/02/El-poder-de-la-desinformacion-la-infoetica%20-y-el-periodismo-ciudadano.html
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