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Reseña: Sinfonía No.6 de Rued Langgaard

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Reseña: Sinfonía No.6 de Rued Langgaard
 
 

Título: Sinfonía No.6 BVN.165

Orquesta: Orquesta Sinfónica Nacional de Dinamarca dirigida por Thomas Dausgaard.

Género: Música Clásica Sinfónica.

Fechas: Grabada en Agosto de 1998, publicada en 2001.

Compositor: Rued Langgaard. Estilo: Modernismo.

Duración: 21:41. Sello: Da Capo. Composición: 1919-20



A lo largo y ancho de la historia de la música clásica, con frecuencia uno se encuentra con artistas singulares. Compositores que desafían las convenciones de su época, que crean obras maestras que el mundo procede a ignorar, o que simplemente estaban chiflados y su única visión aportó algo nuevo al arte. El compositor del que voy a hablar, Rued Langgaard, reúne estos tres elementos.

Nacido en 1893, este compositor danés fue un verdadero niño prodigio que empezó a tocar el piano con cinco años y a componer con trece. Compuso un gran número de obras, por ejemplo, nada más y nada menos que dieciséis sinfonías; desde las primeras de un postromanticismo Straussiano, pasando por las de estilo neoclásico, hasta las finales en una síntesis neorromántica. Sin embargo, estas etiquetas son demasiado superficiales, pues el compositor tenía una concepción profundamente mística de la música, la cual se reflejaba en sus obras más ambiciosas. Tratamos con un compositor que sería el equivalente del simbolismo pictórico pero en la paleta musical.

Langgaard pasó buena parte de su vida a la sombra de los compositores Carl Nielsen y Thomas Laub, los cuales dominaban la escena musical danesa. Aunque su obra tuvo éxito en Alemania, fue completamente ignorado (cuando no abiertamente ridiculizado) en su natal Dinamarca, hasta el punto de que no obtuvo su primer trabajo permanente hasta los cuarenta y seis años, como organista de la catedral de Ribe. Por suerte, hoy en día su figura se está reivindicando en su país natal, y sus obras se tocan y graban con relativa frecuencia.

La pieza de la que voy a hablar, y que bien merecería ser rescatada del olvido, es la sexta sinfonía: una obra compleja y enigmática que pertenece a un breve pero fértil periodo de experimentación, junto con obras como «Música de las esferas» o la «Sinfonía interna». Al igual que con la mayoría de obras de este compositor, la pieza ha tenido una historia agitada. Fue compuesta entre 1919-20, estando fuertemente inspirada por la cuarta sinfonía «Inextinguible» de Nielsen. Fue estrenada en Alemania el quince de enero de 1923, tocada por la orquesta del teatro estatal de Baden dirigida por el propio compositor.

Sin embargo, en Dinamarca su estreno fue un desastre que acabó en escándalo. Una crónica nos narra lo siguiente: «Algunas personas gimieron, otras silbaron y escupieron, una anciana se desmayó y tuvieron que sacarla. Los gritos y las carcajadas ahogaron un aplauso poco entusiasta al final de la obra». El compositor decidió revisar la obra entre 1928-30, recortándola sustancialmente en extensión. En origen, la obra era música pura, pero en las subsiguientes revisiones, el compositor añadió elementos descriptivos. El subtítulo de la obra es un tanto esotérico, el original en danés es «Det Himmelrivende», que en español se podría traducir aproximadamente como «el desgarramiento del cielo».

 ¿Cuál es este desgarramiento? De acuerdo con una nota de un concierto de 1949, Langgaard escribió la siguiente nota: «Entonces nuestro Jesús intervino con poder y desgarró el ejército desgarrador del mal en los Cielos.» Así, si queremos compararla con el modelo que es la sinfonía inextinguible de Nielsen, mientras que Nielsen se refería a la música como una fuerza primigenia de la vida misma, Langgaard enfatiza el aspecto místico y cristiano, fundamentalmente la lucha entre el bien y el mal. Para ello, tomaremos las figuras de Cristo y Anticristo, elección que no es casual por mi parte, pues al mismo tiempo que compuso la obra, Langgard estaba preparando su ópera «Anticristo», y varios temas de la ópera aparecen en la sinfonía y viceversa.

 Cristo, dentro de la teología cristiana, es el redentor de la humanidad, el hijo de Dios que se sacrificó por nuestros pecados y a través del cual aspiramos a la vida eterna en el cielo. Mientras que por otro lado, el anticristo es aquel que viene a engañar a la humanidad con promesas y buenos actos pero que, en último término, buscará la perdición de dicha humanidad a través de la negación de Dios. No quiero extenderme demasiado con pura teología, pero la relación entre estas figuras y con Satán mismo es, sin lugar a dudas, fascinante más allá de lo puramente espiritual.

 La obra está escrita en una variante de la forma de tema y variaciones. Sin embargo, el tema principal tiene dos caras; una luminosa y otra oscura, o más simbólicamente: Cristo y Anticristo. La primera versión es un tema en forma de himno para cuerdas que se despliega en una hermosa polifonía de cinco partes, aunque algunas disonancias ya anuncian el futuro conflicto. Después de inquietantes redobles de los timbales, la segunda versión del tema es mucho más oscura e inquietante, acompañada por repiques de campana que parecen anunciar el fin del mundo. Esto es interrumpido por una señal de los metales, basada en las tres primeras notas del tema, que constituye el punto de partida para las variaciones posteriores.

 Cada variación recibe su nombre de un tipo clásico de forma, y las designaciones técnicas apuntan deliberadamente a una interpretación programática de la música, a pesar del origen puramente abstracto de la misma. En la primera variación, la luz y la tonalidad prevalecen al tiempo que la música se eleva en un brillante y solemne clímax. La segunda, por otro lado, es intensamente combativa y disonante, llegando casi a la atonalidad a lo largo de una fuga. La tercera variación, en forma de toccata, es muy viva y agitada, de una orquestación virtuosa y estridente. La cuarta es una gran confrontación, en forma de sonata, de los dos temas que se desarrolla de forma polifónica y desenfrenada.

La quinta variación es una extensa coda, cuyo objetivo final no es algo tan simple como la victoria del bien sobre el mal, sino con una amalgama de las dos fuerzas opuestas en un dominio absoluto. La versión original del tema reaparece de forma clara y pura, seguida de la segunda versión, antes de que el violento conflicto vuelva a estallar. La música gana cada vez más intensidad hasta culminar en un intenso clímax como glorificación final. Todo el metal, reforzado por ocho trompetas, dos timbales y un órgano proclaman la victoria de Fa mayor sobre el «mal atonal». Del mismo modo, Cristo finalmente triunfa sobre el Anticristo.

 De todas las grabaciones, recomiendo la de la Orquesta Sinfónica Nacional de Dinamarca dirigida por Thomas Dausgaard. La grabación es clara y no va tan desenfrenada como la de Neeme Järvi, cuya rapidez acaba en detrimento de la obra. La grabación de John Frandsen es interpretativamente más débil y con más ruido de fondo, lo mismo con la de Ilya Stupel. La reciente grabación de Sakari Oramo es bastante buena, así que recomiendo Dausgaard y/o Oramo. El  álbum de Dausgaard viene acompañada de las neoclásicas Sinfonías No.7 y 8, que ofrecen un gran contraste, mientras que la de Oramo tiene la segunda y un par de piezas menores.

Si quieres oír la pieza directamente a través de YouTube, sigue el link: https://www.youtube.com/watch?v=7bS0GlSEnDs

 

Sergio Cánovas

Reseña: Sinfonía No.6 de Rued Langgaard

 

Cómo citar este artículo: CÁNOVAS, SERGIO. (2023). Reseña: Sinfonía No.6 de Rued Langgaard. Numinis Revista de Filosofía, Año 2, 2023, (RM27). https://www.numinisrevista.com/2023/07/resena-sinfonia-no6-de-rued-langgaard.html

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