Año: 1998.
Duración: 103 min.
País: Estados Unidos.
Dirección: Peter Weir.
Guion: Andrew Niccol.
Musica: Philip Glass,
Género: Comedia dramática.
Otras películas del director: Witness, Dead Poets Society, Fearless Master and Commander: The Far Side of the World, Gallipoli.
La vida de Truman no es lo que parece, su vida no es vida, no implica vida verdadera. Nuestro 'joven' protagonista se mueve entre lo real y lo irreal a partes iguales. Porque, ¿acaso no fueron sus vivencias justamente eso? Es decir, ¿circunstancias vivas pero no vividas? ¿Mas quién le negará a Truman que lo vivido no estaba en realidad tan vivo? Incluso cuando todo lo que experimentaba era mentira, aun cuando aquello no era realmente vida, vida verdadera.
El dilema de Truman no es otro que
este, el del desengaño de la vida, el de una circunstancia que siendo para sí
no era, ni de lejos, la suya propia. Porque lo verdaderamente importante de
este filme no es que Truman elija la verdadera realidad, sino que opte por
aquello que esta conlleva; la realidad que es, sobre todas las cosas,
imperfecta. La ‘salida de la caverna’ no es para Truman el descubrimiento de
las ideas, sino mucho más, la vida en su desnudez, cruda y pura.
Lo que esta película nos enseña va
más allá de la apariencia, pues ¿quién no quisiera vivir una vida tan perfecta como la de
Truman? ¿Acaso no es eso a lo que aspiramos? ¿A una vida sin
dolores, sin sufrimientos ni desgracias? ¿O no buscamos incesantes esa paz y felicidad perpetuas? ¿Y no es esto
lo que nos venden ideologías como la transhumanista? ¿Una vida, al fin y al
cabo, vacía de realidad? ¿Mas no es eso justamente lo que Truman desecha? ¿Será que lo que realmente anhelamos no es nada de aquello?
Esta es la cuestión fundamental que
hemos de plantear y que, de muchas maneras, hemos tratado de resolver a lo
largo de la historia. Porque el quid
del sentido de la existencia no se halla simplemente en la dicha y el gozo,
sino en la plenitud de quien ha descubierto en el barrunto de las
circunstancias, la plenitud.
Y, al igual que Descartes no podía
distinguir entre la vigilia y el sueño, tampoco Truman lo podrá hacer… Pues,
¿quién le asegurará a nuestro pobre protagonista que la realidad es verdadera? ¿O que el mundo de las ideas no es sino sombras, y las sombras, ideas? ¿No es
la vida como un sueño, y el soñar la vida misma? Quien como Truman se plantea
la vida acaba por descubrir que entre lo verdadero y lo falso, entre lo real y
lo irreal, existe una fina línea en que ambas dimensiones se unen y solapan.
Porque también el hombre vive de su futuro siendo irreal, y de su pasado siendo
un recuerdo, y por esto solo el presente cuenta y merece la pena ser vivido.
Ah, y por si no nos vemos luego, ¡Buenos días, buenas tardes y buenas noches!
Tomás Bravo Gutiérrez
Menudo Show
Cómo citar este artículo: BRAVO GUTIÉRREZ, TOMÁS. (2022). Manudo Show. Numinis Revista de Filosofía, Año 1, 2022, (CM14).
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Hay un proverbio yidis que dice: "la vida es un sueño, pero no me levantes"
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