Una visión del mundo
Toda una visión del mundo desfallece cuando llega la muerte; cuando la muerte llega se lleva consigo un horizonte de vida, una vida vivida a través de unos ojos concretos, de una percepción distinta, única y excepcional. Lo que mis ojos vieron no lo volverá a ver nadie, una mirada del mundo desaparece cuando el fin adviene, y lo que aquel que ha muerto vio, vivió y sintió no volverá jamás a verlo, vivirlo y sentirlo otro. Es a la vez triste y maravilloso, pensar que los ojos de aquellos que nos acompañaron a lo largo de nuestras vidas se llevaron consigo una visión del mundo, un horizonte de este irrecuperable, de una riqueza inconmensurable.
He aquí la belleza de esta tragedia, una belleza
invisible a mis ojos, que aquel que ha muerto no solo vive por que se le
recuerda, sino que se le recuerda porque vive, porque lo que él vio no lo
volverá a ver otro jamás. La mirada es intransferible, lo que a través de ella
se ve no podrá volver a ser visto, ni siquiera los recuerdos vuelven en
realidad sobre lo vivido, ya que constituyen representaciones, imágenes, ideas;
no la auténtica realidad, no el sabor que tiene la verdadera vida, el instante
más intenso.
El recuerdo que tengo de una etapa de mi vida, de un momento determinado de aquella, supone una figuración de la realidad, no la realidad en sí. Por esto cuando recuerdo, cuando vuelvo sobre mí mismo, hago esfuerzos por rememorar lo que sucedió, por presentificarlo. La riqueza de aquellas vivencias son de tal modo personales que solo quien las vivió podría revivirlas. Somos lo que vemos y vemos lo que vivimos, la realidad del mundo pasa por el rostro, por la mirada de aquel que mira; por sus pensamientos, conocimientos, memorias...
Desde ese
momento la historia de un hombre desaparece, se la lleva consigo, y el mundo
pierde en ese mismo instante una visión, un horizonte de vida; pero no nos
damos cuenta de lo que esto significa, de lo que aquella mirada guardaba, de lo
que aquel padre, madre, hermano o amigo se llevó. Por esto la muerte es en
cierto modo irreparable, intensamente dolorosa, porque quien se va no volverá,
porque toda una mirada entera, unos ojos que te vieron crecer, te dejan ahora
de vivir.
Cuando el
horizonte de otro cae, hace de algún modo tambalear el nuestro, como si no
pudiéramos desentendernos del resto de las miradas, de aquellos que nos rodean
y a quienes muchas veces vemos sin ver, oímos sin oír y tocamos sin tocar. Me
he dado cuenta, y he aquí la reflexión de este sencillo artículo, que la vida
pasa por los ojos de quien la mira, y que no podemos ya desentendernos –por
mucho que quisiéramos– de aquellos que nos han visto, de quienes nos han vivido
y al revés.
Tomás Bravo Gutiérrez
Una visión del mundo
Cómo citar este artículo: BRAVO
GUTIÉRREZ, TOMÁS. (2022). Una visión del mundo. Numinis Revista de Filosofía,
Año 1, 2022, (CM8). http://www.numinisrevista.com/2022/10/una-vision-del-mundo.html
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