

Publico hoy la carta que me ha hecho llegar hace un par de días una tal María del Carmen Muntaner. Así he podido ahorrarme el trance de tener que escribir una nueva columna de los viernes en Numinis. Me limito a transcribir, salvo algún comentario o apunte conveniente, lo que esta mujer ha tenido a bien compartir conmigo:
Estimado Sr. Thallium:
No nos conocemos en persona. Nací a mediados de los años 90 y leo con atención sus artículos semanales en esta revista desde hace un par de años. En muchos de ellos menciona a un poeta jerezano, cuyo nombre es José Mateos. Incluso le ha dedicado algún artículo en exclusiva. No sé si estará al tanto de que la editorial Pre-textos acaba de publicar una novela supuestamente —me choca que emplee el adverbio ‘supuestamente’— del tal poeta. Di con ella por casualidad. Me llamó la atención ver que encima del título en rojo, Los años decisivos, aparecía en negro el nombre de José Mateos. Me pregunté si sería el mismo José Mateos del que usted habla en sus artículos. Por lo que he deducido, leyéndolos, este señor es poeta, no novelista. No sabía que también escribiera narrativa —eso es que no ha leído Historias de un dios menguante—. El caso es que compré el libro… y lo leí. Para mi sorpresa, descubrí cosas que me hacen pensar fundadamente que esa novela no la ha escrito él, sino una mujer. No sé si usted la habrá leído también —no, aún no la he leído—, pero permítame explicarme. Resulta que la protagonista se llama Marta Ortega Viar, hija del malogrado torero Julio Ortega. Pues bien, estoy por afirmar, sin miedo a equivocarme, que la verdadera autora del libro es la tal Marta Ortega. ¿Qué me ha llevado a conjeturar esta autoría? Sencillamente y para mi sorpresa, las casualidades de la vida. En el libro, Marta Ortega habla de un romance que tuvo con el que dice que fue el amor de su vida… Pues bien, ese hombre del que habla es… ¡mi tío! A ver, parece una locura, pero no lo es, no. Marta habla de un tal Willy que era cantante de la banda de rock Aquelarre. Ella misma dice que el nombre de pila de Willy era Guillermo Muntaner. Yo a mi tío no lo conocí. Era el hermano menor de mi padre. Murió efectivamente en la década de los años 80. Efectivamente, tal como narra Marta, mi abuelo lo desheredó por el tipo de vida que llevaba en pleno apogeo de la movida madrileña. Mi padre me contó que su hermano no era mala persona, pero que estuvo enganchadísimo a las drogas y al alcohol. En realidad no murió como dice Marta en el libro, por sobredosis. Mi padre me dijo que se ahorcó, que fue él quien tuvo que ir a reconocer el cadáver… Que vale, que sí, que mi tío iba colocado hasta las trancas cuando se suicidó, pero se ahorcó. No terminan aquí las casualidades que me hacen sospechar que el libro lo ha escrito realmente Marta Ortega. Ella misma refiere que a finales de 1989 fue a París para hacer una tesis doctoral con y sobre el eminente filósofo Antoine Frochard, el mismo de cuyo libro, titulado Retractations, Fernando Savater publicara un comentario en el periódico El País a mediados de los 80. Años más tarde también publicaron una entrevista en La Vanguardia con un titular bien llamativo: «El futuro de la filosofía ha concluido». Lo resumo brevemente. Resulta que yo, 35 años más tarde, he estado en París también haciendo una tesis doctoral… ¡Adivine sobre qué! La refutación de los aforismos de Antoine Frochard. La tesis la hice con la profesora Louise Martin quien, precisamente, es discípula de la filósofa antifrochardiana que Marta Ortega menciona en la novela, en ese episodio tan desagradable con monsieur Frochard. Y por si fueran pocas casualidades, aquí van las dos últimas. La hermana de mi pareja se llama Raquel, como su madre. Su padre, Silverio, falleció hace un par de años… ¡Estoy convencida de que se trata del mismo Silverio con el que Marta Ortega se casó muy joven, el 22 de octubre de 1980… y de quien años más tarde se divorció! La última casualidad es que mi pareja y yo vivimos muy cerca de la iglesia de San Pedro el Real, que los madrileños conocen como iglesia de la Paloma, y que es el lugar donde… ¡Silverio y Marta se casaron!
Estas casualidades junto con el hecho de que en la narración no atisbo huella alguna de la voz de ningún poeta, sino la de una mujer que escribe con claridad y sencillez, sincerándose sobre su vida, me llevan a afirmar que no ha sido José Mateos quien ha escrito la novela. Dado que usted lo conoce, por favor, pregúntele por qué la ha firmado él.
Atentamente,
María del Carmen Muntaner
Así termina la carta. Yo lo tengo muy claro, y esta va a ser mi respuesta a María del Carmen: «Un muy buen poeta es un excelente escritor. Estoy convencido de que, aún no habiendo leído la novela, lo que José Mateos demuestra es que sabe tocar todos los palos. Esa es precisamente la labor de un escritor que se precie en un mundo donde la mayoría de personas han olvidado que cada una de ellas es una aventura que hay que llevar a cabo. La mayoría vive porque ha nacido, y nada más. Pero hay personas a quienes ese ‘nada más’ no les basta y necesitan comprender y buscar respuestas. Tú, María del Carmen, permíteme el tuteo, leyendo esa novela has querido encontrar una respuesta a lo que, con toda seguridad, sean meras casualidades…»
Michael Thallium
Somos una aventura
Cómo citar este artículo: THALLIUM, MICHAEL. (2025). Esa flecha que somos. Numinis Revista de Filosofía, Época I, Año 3, (CV120). ISSN ed. electrónica: 2952-4105. https://www.numinisrevista.com/2025/07/somos-una-aventura.html




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