

Invocación de Lola la Loca
Apenas hacía un par de meses que Lola la Loca había recuperado la cordura al perder el dedo con el que hacía peinetas, cuando Manolo el Osado decidió que, aunque perdiera la mano derecha, extinguiría el fuego de su hogar. Vio la sartén en llamas y el humo negro. Un verano abrasador dentro de la cocina. Metió la mano en el fuego y agarró la sartén por el mango. Ocurrió lo previsible. Con toda la rapidez que pudo, sacó la sartén arrojándola violentamente por el ventanal que daba al mar. Mientras la sartén en llamas dibujaba media parábola invertida en su trayectoria hacia el agua cuyo fondo la albergaría por toda la eternidad, Manolo el Osado miró con estupor la mano abrasada y profirió el grito ancestral de la vesania. Había evitado que la casa ardiera, pero desde ese día Lola miraría a su marido con conmiseración: había perdido la cabeza y jamás volvería a encontrarla.
Cuando ahora Lola mira a través del ventanal y ve el mar, tiene la sensación de que aquello que su marido hubiera podido tener de cordura en la vida yace ya en algún lugar profundo. Cuando lo mira, él le muestra la mano con la mirada perdida y ella añora aquella vida en que la llamaban loca.
Michael Thallium
Quasi un cuento
Cómo citar este artículo: THALLIUM, MICHAEL. (2025). Evocación de Lola la Loca. Numinis Revista de Filosofía, Época I, Año 3, (CV121). ISSN ed. electrónica: 2952-4105. https://www.numinisrevista.com/2025/07/invocacion-de-lola-la-loca.html


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