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A Arcos y a Paterna yo ir quisiera

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A Arcos y a Paterna yo ir quisiera

Me llegó por correo en un sobre blanco como la cal de Morón. En las ciudades grandes hoy apenas llegan cartas al buzón. Solo esas comerciales, tan impersonalmente personalizadas, o las notificaciones de Hacienda o del catastro o del censo electoral para que votes. ¿Quién escribe hoy cartas a mano? Solo el buzón del correo electrónico y los mensajes del teléfono móvil son ahora recipientes de nuestras precipitadas vidas, xq stamos knsados y tnems muxo lio y q haber si yega el finde pa salir y q l den x culo al puto curro jajaja. Pero a mí me llegó un sobre blanco y sin acuse de recibo desde un pueblo andaluz y gaditano. Bajé los cuatro pisos por las escaleras de un edificio antiguo sin ascensor. Abrí el buzón y allí estaba. Afuera, en la calle, el tráfico y el trajín de las gentes en busca de su mismo destino diario me recordaba que el silencio del campo alarga el tiempo que acortan los motores y las sirenas de las ciudades. Y yo, dentro, en el portal contemplando un sobre que me llega de Arcos de la Frontera. Me lo envía un poeta. Subo los cuatro pisos sin ascensor y en la azotea abro el sobre, por aquello de estar más alto cuando uno recibe algo que intuye va a ser hermoso. Dentro, un libro y una tarjeta: «Con esta vieja acuarela de nuestro José Mateos te envío Pueblo, un libro inédito del poeta de Arcos Julio Mariscal (1922-1977). Espero que te guste. Te mando también mi abrazo». Lo firma Pedro Sevilla que me habla de José Mateos, el poeta que vive en un arte que lo eleva y lo suprime, un poeta que no estorba pues se quita «a sí mismo de delante de sus ojos para que las cosas puedan reír, y cantar, y explicarse».

Pedro me habló de Julio Mariscal hace unas semanas. Yo no lo conocía. Hete ahí mi ignorancia supina —tampoco conocía hasta hace cuatro días a Constantino Molina, el poeta de esa travesura de Premio Cervantes, y resulta que tiene ya unos cuantos premios—. Y luego vino Tomás Sánchez Santiago, condescendiente con mi incultura poética, y me urgió: «Busca, lee a Julio Mariscal. Un poeta atormentado, en la estela de Cernuda. Pasan hombres oscuros. Ya solo este título arrebata…». Y ahora, sin comerlo ni beberlo, tengo entre mis manos ese Pueblo inédito, lleno de prosa poética que me envió Pedro Sevilla. Lo ha editado la Asociación Cultural Impresiones de Paterna de Rivera, el «pueblo» en el que Julio Mariscal impartió clases como Maestro Nacional, de 1957 a 1967, bien mediado el siglo XX. Allí, gracias a don Julio, los muchachos vieron entrar en la escuela a Gerardo Diego o Gloria Fuertes.

Cuenta Pedro en el prólogo exquisito de este libro que Julio Mariscal escribió mucho y publicó poco y que eso prueba su sensatez, porque publicar por publicar hubiera asfixiado «de hojarasca el frondoso y perenne árbol de su poesía». Se refiere Pedro a los poemas de Julio Mariscal. Pero con este Pueblo pasa algo distinto. Fue el propio poeta quien, antes de que la muerte le truncara ese deseo, le hizo saber a su sobrino Aurelio que quería «ver publicados estos retratos en prosa en los que manifiesta su amor por la tierra que tan generosamente lo acogió», Paterna, cuna del Concurso Nacional de Cante por Peteneras que Mariscal —mano a mano con Antonio Murciano, otro poeta arcense—, impulsó desde 1972.

Pueblo es un canto de amor que eleva a sus semejantes —a los jornaleros, a los desheredados, a los seres dolientes— a la condición de seres sagrados dignificados por el ojo observador de don Julio, profundamente cristiano, que siempre se pone del lado de las víctimas. Julio Mariscal canta a Paterna, a sus calles y a sus gentes sin eludir la crudeza de la vida en un pueblo andaluz a mediados del siglo XX, donde muchos vivían de matute, de alijo en alijo, donde una tarde de agosto la tonta del pueblo iba malcubriendo de harapos la preñez monstruosa «cuyo origen había de buscarse en los zagalones borrachos de sol y brutalidad tras las jornadas de siega»…

Casi medio siglo después de la muerte de Julio Mariscal me llegó en un sobre blanco como la cal de Morón este libro inédito, un libro breve, de poco más de sesenta páginas, pero profundo, sencillo, sincero y arraigado a la tierra, como Las cosas del campo de José Antonio Muñoz Rojas. Lo tengo a mi vera. Pueblo. Al leerlo, voy dándome más cuenta de cuánto ignoro y por aprender me queda, de que quisiera apartarme para no estorbar y dejar que las cosas rían, que canten y se expliquen solas. Y nace en mí un anhelo inexplicable: que a Arcos y a Paterna yo ir quisiera.


Michael Thallium

A Arcos y a Paterna yo ir quisiera



Cómo citar este artículo: THALLIUM, MICHAEL. (2025). A Arcos y a Paterna yo ir quisiera. Numinis Revista de FilosofíaÉpoca I, Año 3, (CV116). ISSN ed. electrónica: 2952-4105. https://www.numinisrevista.com/2025/06/a-arcos-y-paterna-yo-ir-quisiera.html

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