

Por hoy, basta
La memoria es un misterio. Es un misterio vital, pues sin ella la vida se hace imposible. La memoria es cuestión de vida y muerte. De hecho, si hay algo que verdaderamente nos define como personas es la memoria. Sin ella uno no se acordaría de que es uno mismo. Nos sirve para todo, hasta para odiar. Nos sirve para no acordarnos de aquello que no queremos recordar o para recordar aquello que habíamos olvidado. Con ella deformamos la realidad de nuestras vidas. Es una deformación que a veces nos beneficia y que otras nos perjudica. Y si hay algo del todo individual, esa es, sin duda, la memoria. La memoria colectiva no es memoria. Y si nos quedamos desmemoriados, dejamos de ser personas, somos otra cosa, nos volvemos seres vivientes dependientes de otros. La memoria, una buena memoria y sana, es el mejor remedio para la vida. Remedio… Palabra hermosa cuyo origen es el mismo que médico o meditación. Remedio para curar… ¿Tiene remedio la vida?
Francesco Petrarca nos dio unos cuantos remedios para la vida. Y lo hizo hace bastante más de seis siglos. Así se titula el libro que el poeta, filólogo y músico José María Micó ha traducido y compuesto en la editorial Acantilado: Remedios para la vida. Es un libro jugoso, elocuente y revelador. Tanto que a mí me ha hecho plantearme seriamente si seguir escribiendo… Al menos por hoy:
Todos se arrogan el oficio de escritor, que es propio de muy pocos. El afecto de este mal contagia a muchos, porque es fácil envidiar a alguien, pero muy difícil alcanzarlo. Por eso crece cada día el número de los enfermos y aumenta con ello la fuerza de la infección. Cada día hay más escritores y cada día escriben peor, porque es más fácil seguir que superar. Muy a propósito, y además comprobado por la experiencia, es aquel dicho del sabio de los judíos: 'La composición de libros no tiene fin'.
Que la voz de Francesco Petrarca, que vivió setenta años entre 1304 y 1374, nos hable así de claro cumplido ya el primer cuarto del siglo XXI, es inquietante. Si ya entonces había muchos escritores, qué diría de los tantísimos que hay hoy.
Si quieres vanagloriarte de tus libros, sigue otra vía: no te precies de tenerlos, sino de entenderlos; no los guardes en los anaqueles, sino en tu memoria; no en tu biblioteca, sino en tu entendimiento. De otro modo, nadie merecería más la fama que el librero que los vende o el armario que los contiene.
Tras la lectura de Petrarca, quien decía que «nada llega más arriba que la humildad con denuedo», vuelvo la vista atrás y recuerdo mis tropiezos, que no fueron pocos, tantos yerros cometidos y la de veces que caí, esas cosas vergonzantes... No, no soy osado. Me miro y veo de mí todas las imperfecciones. Veo mi desnudez, esa con la que vine al mundo y con la que algún día saldré o me sacarán de él. En eso tú y yo somos iguales: al nacer ignorábamos los muchos y diversos vestidos que nos cubrirían, y al morir sabremos que aquí los dejamos todos.
Hoy quiero entender mejor mis libros, acaso entenderme un poco a mí mismo… Regreso a mi particular misterio, a mi memoria, esa que me hace persona, recordarme, volver a pasar por el corazón, como la sangre, convertirme en latido y sentirme vivo. Lean a Petrarca. Por hoy, basta.
Michael Thallium
Por hoy, basta
Cómo citar este artículo: THALLIUM, MICHAEL. (2025). Por hoy, basta. Numinis Revista de Filosofía, Época I, Año 3, (CV97). ISSN ed. electrónica: 2952-4105. https://www.numinisrevista.com/2025/01/por-hoy-basta.html




Esta revista está bajo una licencia de Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional
Qué diletante este Petrarca
ResponderEliminar