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El rompimiento anal

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El rompimiento anal

Bueno, bueeno, bueeeeno. Bueno. Bien. No pasa nada. Aunque el rompimiento se produzca, ¿a quién le importará dentro de cincuenta años? Uno dice cincuenta como podría decir muchos menos… o muchos más. Llama la atención, sin embargo, que en castellano -el español de toda la vida, ese idioma que se habla en tantos países del planeta desde hace unos cuantos siglos- casi todo se resuelva con el ano que es el culo en castellano. En el año 2024, pura anécdota, un ciudadano le espeta a un alto gobernante que por lograr unos votos -siete, pero da igual si fueran setenta veces siete- ha accedido al rompimiento anal. Entiende uno que por rompimiento anal se refería aquel ciudadano al que provoca grande dolor. Cuando te lo rompen, debe de ser muy doloroso, y si no que se lo pregunten -si pudieran responder- a todas esas personas que padecieron el temido empalamiento ya desde los tiempos del Código del rey Hammurabi, emperador de Babilonia y Mesopotamia, dieciocho siglos antes de que apareciera un tal Cristo que nos ha servido en Occidente para dividir el Calendario y la Historia en dos: lo que hubo antes y lo que después de él vino. 

No obstante, parece que el rompimiento anal, cuando se da entre políticos que se intercambian cromos de poder -sile, nole-, más que dolor, les provoca placer, y no debe de ser poco. No hay más que verlos: goza quien lo rompe y a quien se lo rompen también. Al rompimiento anal se dan por aquello del intercambio: hoy por ti y mañana por mí. ¡Por nosotros! Y lo mismo te lo rompo hoy yo que tú a mí mañana. Y si hay que ir a una sauna, como en la antigua Roma, pues se va, que las hay muy buenas y discretas, dicen. Bueno, bueeno, bueeeeno. Bueno. Bien. Sí, entra bien, y ande yo caliente, descojónese la gente. Como dice un personaje de José Mota, un humorista español a quien nadie conocerá dentro de cincuenta años -quien dice cincuenta dice muchos menos o muchos más-si no es por no ir, que si hay que ir, se va. Pues lo mismo: si no es por que te rompan el ano, si te lo tienen que romper, que te lo rompan: ande yo gobernando, pelillos a la mar, que nos amparan la ideología y tanto paniaguado. Y si alguien no queda contento y protesta, no importa: póngase cara de cemento armado y hágase como que por un oído te entra y por el otro te sale.

No se preocupen ustedes. No pasa nada. Nihil novum sub sole. Las cosas, con humor, se las traga uno mucho mejor. Y quizás por eso traiga ahora a colación el Supermán de Juan López-Carrillo, ese poeta catalán que escribe en castellano:

 

Lo que no me mata,

me hace más fuerte,

dijo Friedrich Nietzsche.

Mira por dónde,

España se convertirá

en tierra de superhéroes.

Yo me pido volar.

 

Tiene mucho ingenio Juanito, así llaman a López-Carrillo sus amigos, los de toda la vida. Es un poeta que escribe poco y despacio. Yo lo definiría como un poeta avispa -él bromearía diciendo que es más bien «poeta abejorro» por lo orondo de su figura-, porque cuando lees sus poemas, nunca sabes en qué momento te clavará el aguijón del sarcasmo o de la ironía:

 

Si hacer el amor

es bonito,

follar es atún rojo.

 

Quien quiera picar un poco de su poesía puede hacerlo en Tres de tres, una breve antología que reúne algunos pocos poemas suyos junto a otros de Alfredo Gavín -¡menudo poeta también!- y Ramón García Mateos, sus amigos de toda la vida, esos que lo llaman Juanito. El poemario apareció hace menos de un año, en junio de 2023, y tiene un extraordinario prólogo de Ángel Luis Prieto de Paula, sabio y generoso. Hay libros que solo ya por el prólogo merece la pena comprarlos.




La poesía de Juan López-Carrillo, ya sea con humor de avispa o de abejorro, no es superficial, sino profunda, de una tristura envuelta en una vitalidad jocosa que te tritura. Como cuando resume en dos versos el Nacionalismo:

 

La frontera de mi patria

es el borde de mi plato.

 

Y qué decir de este otro poema titulado Suma levedad que alberga tanta soledad cuando se le quita la envoltura:

 

Paradojas de mi vida.

Yo que estoy tan gordo

que me hice plural 

al llegar a cien kilos,

sufro la triste evidencia

de pasar por tu vida 

como alguien

que no ocupa espacio:

vacío, volátil,

tan sumamente ligero.

 

Me pregunto qué poema escribiría Juanito sobre el rompimiento anal que le espetó aquel ciudadano al gobernante de turno por haberse intercambiado unos cromos de poder. Sile, nole… Bueno, bueeno, bueeeeno. Bueno. Bien.

 

Michael Thallium

El rompimiento anal

 

Cómo citar este artículo: THALLIUM, MICHAEL. (2024). El rompimiento anal. Numinis Revista de FilosofíaÉpoca I, Año 2, (CV56). ISSN ed. electrónica: 2952-4105. https://www.numinisrevista.com/2024/04/el-rompimiento-anal.html

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2 comentarios:

  1. Grande este Juanito a quien conocí por medio de Ramón.
    Y muy bueno tu artículo, Michael.

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    1. Muchas gracias, Jesús. Juanito tiene mucha poesía y mucha arte.

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