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Sobre el hacer poético sin poesía

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Sobre el hacer poético sin poesía

Llevo algún tiempo reflexionando a fragmentos sobre el estado actual de la poesía. No voy a entrar en intentar responder a lo que la poesía es sino más bien a reflexionar sobre en qué se está convirtiendo. El caso es que, si uno se aventura a leer la poesía, por ejemplo, de autores como Vicente Aleixandre o Antonio Machado, y posteriormente lee a un poeta actual, rápidamente te percatas de que aquello que se lee difiere en gran medida. Más aún si uno acude a otros autores más antiguos como puede ser Juan de la Cruz.

Al mismo tiempo, hay una serie de autores actuales como pueden ser José Mateos o Eloy Rosillo, en los que, aun escribiendo una poesía distinta a sus predecesores, se intuye que eso que están haciendo tiene aunque sea algo que ver. Lo mismo no ocurre con otros autores actuales, quizás más jóvenes, que escribiendo una poesía que bien podría ser denominada como «experimental», sin embargo, es más lo experimental que lo poético. En algunos casos el experimento no tiene tanto que ver con una innovación sino con una vuelta a los orígenes, tal es el caso de la poesía que se escribe sin signos de puntuación. Y yo me pregunto: ¿si un autor escribe, además de para aprender y expresarse, para comunicar y que con suerte algunos lectores lo lean, escribir algo que dificulta la lectura es, digamos disruptivo (en términos de transformador), o se trata más bien de otra cosa?

La poesía experimental me recuerda precisamente a la música experimental, que no está concebida para ser escuchada per se, sino que es una música de procesos, de conceptos, una música de la mente. Me he dado cuenta de que esta poesía quizás no sirva para ser leída tras notar cierta ansiedad en el trascurso de una lectura de un «poema» sin puntuación ni sentido, solo eran letras desperdigadas e inconexas a las que se le ha puesto un título. Aunque también puede ser que el autor tenga la intención de suscitar ese estado. No quiero nombrar a autores en este sentido (quizás en otro texto lo haga), no por cobardía sino porque la crítica no es hacia autores en concreto sino hacia la corriente «poética». Entonces me pregunto: ¿la poesía experimental es poesía o es otra cosa? ¿Podrían ser más bien notas, escolios, reflexiones o pseudopoesía, quizás? El caso es que algo similar ya se preguntaban con el asunto de la música experimental, ya que, no parecía que aquello tuviera que llamarse música, sino más bien experimentación musical o sonora. Fue con el paso del tiempo y su reflexión filosófica desde las universidades que se empezó a dar más valor a ese tipo de música como una música que, si bien tiene que ver con un proceso, al mismo tiempo, lo sonoro de algún modo también es musical. Entendiendo además que la música no solo tiene que ver con la escucha recreativa sino con la escucha reflexiva e intelectual.

Hay una parte positiva en este asunto y es la de que muchos autores que quizás nunca hubiesen tenido un espacio para publicar sus poemas, en este momento han ocupado un lugar preponderante en el panorama literario. Autores que hacen una poesía experimental o líquida, con la que llegan a un público de masas bajo la falsa apariencia de una poesía renovada, aunque quizás sí que lo sea. Es difícil de dilucidar aún. Lo que está claro es que hacer una poesía sin signos de puntuación a modo (entiendo que podría ser) de un cuestionamiento al mismo lenguaje, es volver a los orígenes mismos de la escritura. Y precisamente se inventó la puntuación para hacer más comprensibles los textos y darle una musicalidad a la lectura. Querer llegar a un público amplio volviendo a lo que hacía que el público amplio no entendiera los textos es más una contradicción y un retorno a lo incomprensible que un acto heroico.

Mi experiencia con la lectura de poesía es la de acercarte al texto para buscar con él una recreación, un gusto en el contenido que en su rítmica intrínseca te acompaña en la lectura. Se lee poesía del mismo modo que se degusta un plato, con placer y saboreando, aunque también hay poesía que causa dolor, nostalgia y otros sentimientos. También es lícito degustar el dolor cuando uno lo necesita. Lo que no debe suscitar nunca la poesía es la indiferencia, la sensación de que aquello que lees no debería de haberse escrito porque no tiene interés, no tiene poesía.

Si al terminar de leer algunos poemas no tienes la sensación de que aquello que has leído es importante, algo falla. A veces sucede que simplemente el poeta que lees no engarza contigo. Aquí podemos dividir la poesía en mala o buena, con independencia de que el texto poético te interpele. Pero si además de no interpelarte tienes la sensación que más que poesía estés mirando letras con un título, quizás el asunto sea más peliagudo. No voy a designar a la poesía experimental como mala poesía, simplemente tengo interés en señalar el asunto, dejándolo por el momento en remojo, y viendo en qué deriva eso del hacer poético sin poesía.

 

Ayoze González Padilla

Sobre el hacer poético sin poesía


Cómo citar este artículo: GONZÁLEZ PADILLA, AYOZE. (2023). Sobre el hacer poético sin poesía. Numinis Revista de FilosofíaÉpoca I, Año 2, (CM02). ISSN ed. electrónica: 2952-4105. https://www.numinisrevista.com/2024/03/sobre-el-hacer-poetico-sin-poesia.html

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