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Vulnerabilidad, respeto y Lacan

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Vulnerabilidad, respeto y Lacan

Siempre ha sido agotador mostrarme vulnerable. Creo que a todos nos pasa. Y es que hay algo amargo, incómodo e incluso laborioso en romperte en translúcidos pedazos ante alguien (o ante ti mismo). Esta incómoda sensación impide, sin embargo, que hagamos uso del respeto, la intimidad y el cuidado que nos constituyen como seres sociales. La columna de hoy quiere así reflexionar acerca del origen, naturaleza e importancia de la vulnerabilidad y el respeto, todo ello bajo una interpretación más o menos creativa de la teoría lacaniana que, en todo caso, solo podrá ofrecer un marco somero por limitaciones de espacio y complejidad teórica, pero que espero os aporte una nueva perspectiva.

Tomaré principalmente uno de los tres registros psíquicos del lacanianismo: lo imaginario. Para comprenderlo mejor, ideemos a un infante. Este no ha visto nunca su cuerpo completo, no ha podido concebirse como un ser unificado con identidad coherente. Así, el infante, que somos cada uno de nosotros, de forma primigenia, se comprende fragmentado. No obstante, su encuentro e identificación con una superficie especular (ya sea objeto inanimado o ser vivo) permite aflorar en el infante un cuerpo y una identidad uniformes y congruentes: el Yo. Este, que inaugura el plano imaginario en este proceso denominado «estadio del espejo», media entre el mundo exterior y el inconsciente, lo que hace necesario el mantenimiento de su unicidad y dominio. Sin embargo, Lacan advierte que el Yo no es más que una proyección psíquica hacia el otro, el exterior, del cual germinamos, y una negación radical de que en esencia somos contradictorios e inconexos y nuestro primer contacto con el mundo nos aliena, nos obliga a performar una máscara de cohesión y raciocinio que llamamos identidad. 

Desde Lacan formulo entonces la vulnerabilidad como la toma de consciencia individual y colectiva de que somos líquidos, fragmentarios, como el acto de quitarse la máscara del Yo para mostrarse radicalmente incapaz de mediar entre lo interno y lo externo. ¡Cómo no nos va a ser amargo! Si es sublevarse contra el perpetuo disfraz de estabilidad que nos exige el poder para ser sujetos; ¡cómo no nos va a ser incómodo! Si es desnudarnos ante el otro y admitir que somos falibles y maleables y que nos funda una ficción; y ¡cómo no nos va a ser laborioso! Si es expoliar los andamios de nuestra subjetividad. La vulnerabilidad es así «incertidumbre, riesgo y exposición emocional» (Brown, 2012): conlleva no edificar futuros predecibles, no percibir la vuelta a la coherencia del Yo y dejar que el inconsciente se conecte más genuinamente con lo exterior.

No obstante, la supresión de la vulnerabilidad no solo perpetúa la ficción de lo imaginario sino que obstaculiza el cuidado radical entre todos. «Un momento de crisis […] es la óptima condición del desarrollo de la capacidad humana de reconocer a otros» (Laufer y Santos, 2017), pues la vulnerabilidad, al revelar que somos seres en fluctuación, nos ayuda a identificarnos y empatizar, lo cual asienta las bases para un sólido reconocimiento mutuo. Este actúa como brújula del cuidado y respeto en tanto que reconocerse en la vulnerabilidad es renunciar a una imagen monolítica de nosotros y el respeto es «la idea de cuidado del otro o de uno mismo que se desliga de […] quién debería ser el otro o uno mismo» (ídem) para ligarse a quién realmente es o será. Esta trascendental tarea de cuidado suele confeccionarse a través del lenguaje y esto, en tanto que Lacan sostiene que el lenguaje está marcado por el inconsciente y este produce al Sujeto, significa que en última instancia la vulnerabilidad acciona un proceso que nos compone y activa como sujetos sociales.

En resumen, la vulnerabilidad nos despoja de la coherencia y unicidad que impone el «espejo» en un acto de honestidad y fragilidad que, al ser comprendido empáticamente por el otro, cuaja un reconocimiento que impulsa un proceso lingüístico de cuidado y respeto del cual emergemos como sujetos una y otra vez. La vulnerabilidad y el respeto son, por tanto, esenciales para la subjetivación y la catalización del amor entendido como relación nutritiva entre seres. Concluyo la columna recordando entonces que la vulnerabilidad es el primer paso para liberarnos de las ataduras de la certeza y la coherencia y, una vez dado, abrirnos al resto en un ejercicio de diálogo constituyente cimentado en el respeto y la comprensión.


Ceres López García

Vulnerabilidad, respeto y Lacan


Bibliografía

- Laufer, L. y Santos, B. (2017). Language and Vulnerability-A Lacanian Analysis of Respect. Frontiers in psychology, 8, 2279. https://doi.org/10.3389/fpsyg.2017.02279

- Brown, B. (2012). The power of vulnerability. Sounds True.

- Homer, S. (2016). Jacques Lacan Una Introducción. Plaza y Valdés.



Cómo citar este artículo: LÓPEZ GARCÍA, CERES (2023). Vulnerabilidad, respeto y Lacan. Numinis Revista de FilosofíaÉpoca IAño 2, (CL8). ISSN ed. electrónica: 2952-4105https://www.numinisrevista.com/2023/07/blog-post.html

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1 comentario:

  1. Interesante reflexión y acercamiento a la vulnerabilidad...

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