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¡OTRA RAVE!
Siempre me ha suscitado interés la expresión «RAVE», conocida por dar nombre a este tipo de encuentros «ilegales» o de gente que «no está bien de la cabeza», jóvenes y perdidos. Sin embargo, sería interesante replantearnos el sentido de aquello que conocemos por ilegal y preguntarnos, realmente, qué condenamos cuando hablamos de ello. Posiblemente, hablar de rave nos dirige, de alguna manera, a hablar de fiesta, drogas y excesos. De hecho, para algunos, podría ser perfectamente el lema de este tipo de reuniones. Sin embargo, creo que el principal interés de estas fiestas va más allá de las posibles connotaciones que le podamos atribuir y que, en efecto, escuchamos constantemente.
De algún modo, podemos partir de
ese efecto/reacción que provocan estos encuentros en la mayor parte de la
población: rechazo, incomprensión y locura. Pero, ¿cuál es verdaderamente el
motivo de ello? En cierta medida, debemos tener presente cómo estas
celebraciones se han juzgado normalmente desde una posición canónica, desde aquello
que conocemos como «lo normal» y desde ese afán por mantener el orden. Lo
cierto es que, sin desviarnos del tema que nos atañe, lo mismo ha sucedido a lo
largo de la historia con lo que el propio Foucault ha concebido como
historia de la locura. Siempre se ha juzgado a los «locos» desde una
posición de poder y, en definitiva, la palabra de aquellos que manifestaban
tenerla sobre los colectivos marginados y excluidos del espacio público. Así,
es probable que comprendamos cómo la palabra rave se ha querido tachar y
desligar de este espacio por miedo a corromper la armonía y el comportamiento
de la urbe.
No obstante, la intención de estas
fiestas ha sido muy distinta. Desde su origen, las raves han crecido como
espacios abiertos a nuevas posibilidades sonoras, colectivos y luchas. Tan es
así, que remontándonos a los primeros datos que tenemos acerca de estas, los
primeros «héroes» de estos encuentros formaban parte de la comunidad negra, e incluso LGTBIQ+. De algún modo, dónde algunos respiraban «ilegalidad»,
simplemente, residían colectivos que buscaban refugiarse de la normatividad y la exclusividad que suponía, por ejemplo, ser blanco u heterosexual en aquel
momento. Aludiendo, por consiguiente, a un caso bastante próximo a la
actualidad, la propia pandemia Covid-19 nos ha hecho testigos de cómo se
han organizado este tipo de fiestas como una forma de «escape» contra la
represión desencadenada por el estado de alarma y el confinamiento.
Respondiendo, en suma, a la
pregunta que nos hemos planteado al inicio del artículo, deberíamos
replantearnos, en última instancia, si condenar la rave supone, entonces,
atentar contra nuevas formas de expresión, creatividad y libertad.
Filibert García Llorens
¡OTRA RAVE!
Cómo citar este artículo: GARCÍA LLORENS, FILIBERT. (2023). ¡OTRA RAVE! Revista de Filosofía Numinis, Época I, Año 2, (CM1).
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