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INQUIETO Y DIVERGENTE. La alabanza a la guitarra de Pat Metheny en Road to the Sun

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INQUIETO Y DIVERGENTE

La alabanza a la guitarra de Pat Metheny en Road to the Sun

 

            La guitarra hace llorar a los sueños (…)

Federico García Lorca


Álbum: Road to the Sun

Autor: Pat Metheny

Género: guitarra clásica, música contemporánea

Fecha de publicación: 05/03/2021

Sello: Modern Recordings y Metheny Group Productions

Formato: CD y Vinilo doble

Número de canciones: 11

PVP: 15,00€ (aprox.)



Pronto se cumplirán dos años de la publicación de esta maravillosa égloga a la guitarra española, Road to the Sun (2021), de Pat Metheny. Seguramente, muchos aficionados a la guitarra ya conozcan el disco y otros quizá habrán oído hablar más de este músico de Misuri en su vertiente jazzística. Para quien no tenga referencias, Pat Metheny es una figura esencial en el panorama musical contemporáneo, siempre a la zaga de géneros distintos, dándoles otra vuelta de tuerca con una versatilidad y una curiosidad insaciables. Empezó con la guitarra muy joven, tocando en los clubes de Kansas City, hasta que consiguió entrar en la Universidad de Miami y después en la de Boston. A lo largo de su carrera, ha trabajado con artistas de reconocimiento internacional como Gary Burton, Jaco Pastorius, Herbie Hancock, John Scofield o Carlos Santana. En 1977 fundó la banda Pat Metheny Group junto al bajista Steve Rodby, quien colabora en la producción de este disco.

Es cierto que a Metheny se lo suele vincular con el jazz, aunque también estamos acostumbrados a verlo brillar en otros ambientes. Lo que le mueve, ya nos lo ha demostrado en múltiples ocasiones, es su pasión por la música, y en especial por la guitarra. En Road to the Sun se acerca a ella desde una perspectiva clásica, lo que se entiende por «música culta» (obviando los debates que engendra la distinción entre «clásico» y «popular»), aunque con un enfoque muy contemporáneo. El disco se compone realmente de tres piezas, solo que dos de ellas están divididas en varios movimientos con recursos, técnicas y ánimos diferentes. El primer tema es «Four Parts of Light» y, como su propio nombre indica, tiene cuatro secciones, que son interpretadas por el guitarrista estadounidense Jason Vieaux. La segunda suite, que corre a cargo de la orquesta «Los Angeles Guitar Quartet», es la que da nombre al disco y consta de seis partes. Aquí vemos a Metheny en su faceta compositiva, buscando músicos más especializados en el género para ejecutar su obra. A excepción del último tema, «Für Alina», de Arvo Pärt, que lo toca él mismo con su icónica Pikasso de 42 cuerdas.

En «Four Parts of Light» ya encontramos esa mirada a lo «clásico», con una división de las piezas en tempos rápido-lento-rápido-lento, buscando una coherencia interna. La suite comienza con un arpegio frenético y una armonía difusa que combina momentos de disonancia y de consonancia. Pese a la vorágine indescifrable de notas, logra hacer que la música crezca introduciendo pulsos constantes, efectos dinámicos, tensiones crecientes, etc. El tiempo va ralentizándose, pero sin perder el pulso, hasta terminar con un acorde abrupto. La segunda parte es más calmada, más íntima. Se basa en un motivo de acompañamiento que alterna la fundamental y el resto del acorde para desarrollar sobre él una tímida melodía con cierto aire a Satie. Poco a poco va dándose un cambio de carácter, dedicado a la exploración sonora a través de extrañas progresiones, rupturas repentinas, dulces armónicos… Tras reexponer y recrearse en el tema principal llega la Pt. 3, donde vuelve a un pulso acelerado, con una mezcla de arpegios y pequeñas escalas modales. Aquí el sentido musical se centra en las progresiones armónicas, que mueven al oyente por distintos paisajes. La obra finaliza con la Pt. 4, en la que se abraza de nuevo la lentitud con un trémolo sosegado pero decidido. El discurso transita entre los arpegios y el juego de intensidades, en un estilo que podría recordarnos a Tárrega.

La suite «Road to the Sun» parece, a primera vista, más cantable, más tonal, más acorde a lo que estamos acostumbrados. Aunque no debemos dejarnos engañar, Metheny no renuncia a sonoridades exóticas, efectos tímbricos, escalas modales, mezclas de texturas y patrones rítmicos… La primera parte ya ofrece un abanico asombroso de recursos. Sirve para introducirnos en el ambiente, vaticinando un gran despliegue guitarrístico y presentando algunos de los motivos que atravesarán las partes restantes. Sin embargo, tiene un carácter más calmado, como una especie de preludio. Todos los movimientos están dedicados a explorar las posibilidades de la guitarra, con golpes, rasgueos, pizzicatos, armónicos, etc. Es frecuente el uso del ostinato para dar dinamismo y trabajar sobre él otras texturas mientras se mantiene como leitmotiv. Mención especial merece la Pt. 3, que se distancia un poco de las demás y va construyendo un paisaje sonoro alrededor de un motivo cromático en movimiento perpetuo. Este se desarrolla por las distintas guitarras, que están constantemente intercambiando sus funciones con una intención contrapuntística.

Cuando parece que estamos comprendiendo, e incluso nos vamos acostumbrando al tono del disco, Metheny nos sorprende con nuevas ideas que, pese a encajar con su discurso heterogéneo, se alejan mucho de lo convencional. Me refiero al experimento sonoro que aparece en la Parte 4 (min. 2:40), un pasaje de ingravidez y alucinación. Mediante feroces pizzicatos y un trepidante arañar de cuerdas, nos sumerge en una especie de sueño (o pesadilla) hasta que llega la Parte 5, donde él mismo se une a la orquesta. Tras dejar a la LAGQ reexponer el tema de la Parte 2, entra con un solo jazzístico al puro estilo Metheny. Es un regalo al público, un pequeño cameo. En realidad, él se reserva para el final, para culminar la exhibición de sonoridades con su clásica Pikasso.

Esta vez interpreta un tema ajeno, una adaptación para guitarra de «Für Alina», del compositor estonio Arvo Pärt. La obra original es para piano, aunque su arreglo casi es más una reinterpretación. En él se combinan con gran astucia los recursos de que dispone, sirviéndose del tono minimalista inicial para generar una atmósfera etérea donde los sonidos fluctúan entre resonancias armónicas. Toda la composición de Pärt está basada en sucesiones de intervalos de dos notas, a un ritmo pausado, a veces siguiendo las reglas tonales y otras desafiándolas, con un estilo muy personal. Metheny sigue este esquema en un principio, pero después comienza a jugar con los timbres que le ofrece su Pikasso, adoptando una estética más oriental, persiguiendo ese momento de trance que ya le hemos visto en otros discos como Imaginary Day (Pat Metheny Group, 1997) o One Quiet Night (Pat Metheny, 2003).

En definitiva, Road to the Sun es una alabanza a la guitarra, una búsqueda y un reconocimiento de sus posibilidades, de su lenguaje. En cierto modo, Metheny continúa una tradición que atraviesa a compositores como Satie, Debussy o Chopin, recreando un universo propio a través de un instrumento solista (en su caso, el piano; en el de Metheny, la guitarra) con un espíritu inquieto y divergente. El resultado: un disco que todo guitarrista debería escuchar alguna vez en su vida, aunque tan solo fuera por descubrir el sinfín de recursos que tiene al alcance de sus manos.


INQUIETO Y DIVERGENTE

La alabanza a la guitarra de Pat Metheny en Road to the Sun

Héctor Montón Julve




Cómo citar este artículo: MONTÓN JULVE, HÉCTOR. (2023). INQUIETO Y DIVERGENTE. La alabanza a la guitarra de Pat Metheny en Road to the SunNuminis Revista de Filosofía, Año 1, (RM17).

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