Rodeos metafilosóficos
No sé cuánto hay de arrogancia en hacerse una pregunta tan ambiciosa y que ha sido tratada por los más ilustres miembros de nuestra disciplina. En ningún caso quisiera igualarme a ellos ni mucho menos invalidar todas las respuestas que se han hecho hasta la fecha a este interrogante. Ahora bien, creo sinceramente que plantearse qué es filosofía no es una tarea vana ni gratuita para quienes nos dedicamos a ella. Tal vez no sea la primera pregunta que debamos hacernos ni resulte necesario tener claro cómo contestarla, pero desde el momento en que uno se adentra en la filosofía, ya sea estudiando la carrera o simplemente leyendo y pensando, esta duda nos revolotea, por lo que en vez de evadirla todo filósofo o filósofa, haría bien en abordarla y ofrecer su punto de vista particular sobre qué es eso a lo que se dedica. Aunque solo sea para no pecar de inefabilidad cuando nos lo preguntan desde fuera, vicio este mucho más extendido en nuestro gremio que en otros (el estudiantado de medicina, de sociología, de biología… no titubearía tanto si se le preguntase por el qué de su disciplina, o al menos esa es mi sensación).
La dificultad de definir la filosofía nace
de la enorme diversidad que la rodea. Pensar que la neoescolástica, la
hermenéutica heideggeriana o la filosofía de la ciencia analítica puedan
situarse bajo un mismo techo resulta sorprendente. La diferencia de enfoques,
métodos y objetivos, así como de estilos, son tan amplias que ofuscan cualquier
parecido de familia.
¿Esto quiere decir que estamos
condenadas a una definición meramente sociológica y ostensiva de la
filosofía, según la cual esta no sea sino eso que hacen las
personas que trabajan en los departamentos de Filosofía? No necesariamente. De
hecho, negarse a definir nuestra actividad con el pretexto de su carácter
heterogéneo es pecar de provincianismo. En cualquier saber positivo hay
divergencias más que considerables entre distintas escuelas. Basta con entrar
en una facultad de psicología para darse cuenta de los conflictos existentes
entre conductistas, cognitivistas, humanistas, psicoanalistas… Tampoco le va a
la zaga la física y su clásico debate entre la mecánica cuántica y la
relativista. Y así sucesivamente. En consecuencia, el disenso es la norma
dentro de cualquier disciplina y no por ello deberíamos resignarnos a no
definirlas. Y lo mismo vale para la filosofía.
Hechos todos estos preámbulos, la
definición de filosofía que más me satisface en este momento proviene de un
ámbito aparentemente alejado de ella, tanto que habrá a quien la simple
analogía le parezca fuera de lugar. Y es que considero que la filosofía vendría a ser el VAR de la realidad. VAR son las
siglas en inglés de árbitro asistente de vídeo (video assitant referee),
es decir, el videoarbitraje que desde 2016 se usa en el fútbol para corregir
los errores humanos en las decisiones arbitrales. Gracias a esta tecnología los colegiados pueden revisar jugadas polémicas y ratificarse en sus veredictos
o modificarlos. De manera similar, la filosofía tiene por tarea la
revisión de acontecimientos, conceptos, fenómenos, otras disciplinas… e intenta
ofrecer una segunda opinión (y en ocasiones una tercera, una cuarta…) sobre
ellos. En ambos casos se trata de ir más allá de la inmediatez que el fragor
del juego/la vida impone para pensar lo que sucede desde otra perspectiva.
Ahora bien, encuentro tres diferencias
fundamentales entre el VAR y la filosofía. La primera es que, aunque en ambos
casos hay un afán normativo, en el videoarbitraje se busca la precisión
absoluta y sus decisiones aspiran a ser incontestables. Esto lo logra no tanto
porque sea una fuente de objetividad absoluta (algo imposible, dado que en el
mismo funcionamiento de este sistema hay un importante componente de
interpretación), sino porque está dotado de una autoridad casi plena de la que
no gozamos (ni deberíamos gozar) las y los filósofos. Nuestra labor
es siempre un ejercicio tentativo cuya historia y dinámicas internas desmontan
cualquier deseo de imposición de un pensamiento sobre los demás.
En segundo lugar, el VAR goza de una vista
de pájaro, casi divina, garantizada gracias a una tecnología puntera. La
filosofía, en cambio, dispone de medios rigurosos (la argumentación, la precisión
conceptual, el diálogo…) pero más humildes en sus intenciones y resultados.
Además, lejos de estar en las alturas y ajena al devenir de la realidad más que
para juzgarlo, vive embrollada en dicha realidad y es una parte limitada y
precaria de la misma, como si más que de un árbitro se tratase de otro jugador.
La última diferencia fundamental consiste
en que la tarea del VAR es solitaria y necesita serlo, ya que si hubiese más de
un árbitro asistente se multiplicarían los disensos entre ellos y precisamente
este sistema nació para minimizar las opiniones y las polémicas dentro del
equipo arbitral y entre el público y los contendientes. Por el contrario, la
filosofía es un quehacer dialógico que se enriquece del intercambio con otras
personas. Siempre estamos pensando con alguien o contra alguien, aunque dicho
sujeto no esté presente. En este caso también es preciso que sea así, pues la
filosofía hace suyo aquello que Ian Hacking (1983) aseveraba de la ciencia: “El
fin ideal de la ciencia no es la unidad, sino la plétora absoluta” (p. 218). A
esta disciplina le sienta bien el cruce de pareceres enfrentados, la polémica
(no confundir con la bronca) y, en definitiva, la pluralidad.
Así pues, la diversidad que hacía tan
conflictiva la definición de la filosofía en un primer momento resulta ser un
elemento clave de la misma. Como anunciaba al principio, con este intento de
respuesta mi intención no era refutar lo que los grandes pensadores opinaban
sobre esta cuestión, pese a que algunas de sus respuestas, sobre todo las
abiertamente excluyentes, no tienen por qué convencerme (ese sería un buen tema
para futuras columnas). Tampoco me gustaría caer en el adanismo y pensar que mi
respuesta vaya a ser novedosa en su fondo ni mucho menos en el delirio de afirmar
que tengo la contestación definitiva. Consecuentemente con mis divagaciones
previas, es más estimulante creer que, como sucede con tantas otras preguntas
relevantes, no hay una respuesta fija para esta. Planteársela y responder consiste ante todo en un deseo
ensayístico de contribuir con otra perspectiva a agrandar esa plétora que es la
filosofía.
Pavlo Verde Ortega
¿Qué es la filosofía?
Bibliografía
HACKING, IAN.
(1983). Representing and intervening. Cambridge University Press:
Nueva York (NY, EEUU).
Cómo citar este artículo: ORTEGA VERDE, PAVLO. (2022). ¿Qué es la filosofía? Numinis Revista de Filosofía, Año 1, 2022, (CM10). http://www.numinisrevista.com/2022/11/que-es-la-filosofia.html
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