La sociedad de la especialización
Vivimos en la sociedad de la especialización. Crecemos forjándonos en la cultura del trabajo sectorizado y del conocimiento especializado. Ya nada queda de aquellos intelectuales que intentaban pensar la totalidad, donde todos los ámbitos del saber confluían en un mismo ser tratando así de confeccionar lo más parecido a una teoría del todo. Ahora no, ahora lo que está de moda es el conocimiento concreto sobre algo. Ya no se piensa en el todo sino en la parte. Ya no hay pastel, solo porciones de tarta escondidas en el sótano de la academia. El ejemplo más evidente lo podemos encontrar en la conformación misma de muchas universidades, divididas en facultades que se subdividen en departamentos con sus respectivos subdepartamentos (áreas) compuestos de disciplinas y subdisciplinas que se materializan todas en asignaturas especializadas.
Todo está montado de tal forma que, tras disponer de unos conocimientos mínimos generales en las edades más tempranas, -los cuales se terminan olvidando en su mayoría-, más pronto que tarde tomes una dirección.
Un reflejo de esto en la cultura popular es la inocente frase que todavía se le suele decir a una niña o a un niño de: «¿qué quieres ser de mayor?», a la que de forma predeterminada el niño tiene que responder: «veterinario, bombero, astronauta, artista…». Todo muy normal, lo raro sería que algún niño dijera «yo quiero pensar el todo, quiero tener una formación holística e interdisciplinar». Con esta respuesta quizás sus padres o tutores legales lo terminarían llevando al psicólogo a fin de hacerle entender al niño que tiene que elegir.
Dentro
del ámbito de la filosofía se suele considerar a Hegel como el último gran
filósofo sistemático. ¿Qué quiere decir ser un pensador sistemático? Todo lo contrario a lo que podría ser un filósofo hoy en día, es decir: tener un programa. Una de sus obras más importantes se
titula Enciclopedia de las ciencias filosóficas, publicada originalmente
en alemán en 1817. ¿Qué nos dicen estos datos sobre Hegel? Dos cosas centrales.
En primer lugar, el mismo título del libro nos indica que es un pensador del
todo, donde trata de confeccionar un sistema holístico en el que, estando todo
bien tramado, haya una apertura, una visión panorámica y global a partir de la
cual se construye lo particular. En segundo lugar, la fecha nos indica que,
desde entonces el pensamiento holístico ha ido poco a poco contrayéndose, no al
reduccionismo, pero sí al particularismo.
La
escritora y periodista Rosa Montero nos narra en su reciente libro El
peligro de estar cuerda (2022), una historia de una novela que leyó cuando
era adolescente, de cuyo título no se acuerda (una pena porque la leería), que
trataba sobre una nave-mundo donde habitaban pasajeros especialistas en
diferentes ramas del saber. Entre ellos estaba el llamado Relacionador,
una persona que tenía un poco de conocimiento de todo, pero no tanto como para
ser un especialista de nada. Todos los demás lo despreciaban. En una de estas,
sobreviene un problema vital para la nave-mundo y los habitantes se debaten
entre la vida y la muerte. ¿Quién soluciona el problema? El Relacionador
claro está, ya que es el único que es capaz de tener una visión global,
panorámica y total del problema (si alguien conoce el nombre de la novela que
me lo deje en un comentario por favor).
¿Nos faltan Relacionadores actualmente? Yo me decanto a decir que sí. Veo a cada cual enfrascado en su despacho-caverna, subsumido por la arrogancia de ser el mejor en algo, como si lo importante fuera ser una sola cosa, que me desconcierta bastante. Claro está que no pienso que el conocimiento especializado sea algo negativo, de hecho, es muy positivo, ya que gracias a ello se realizan grandes logros. Lo que quiero decir es que además de eso, hay que dar un mayor valor a la interdisciplinariedad y a al pensamiento holístico eliminado el prejuicio y el tópico de «el que mucho abarca poco aprieta». No se trata de abarcar o apretar, o de que el erizo venza al zorro (véase la fábula de Isaiah Berlin), se trata de saber diferenciar los tipos de mentes y darles un valor propio. Hay personas que funcionan mejor simplificando la complejidad del mundo, y hay otras que, sin embargo, son capaces de ver el mundo en toda su complejidad.
Otro ejemplo: la parábola atribuida a
Wittgenstein. Trata sobre un grupo de personas, localizadas en un entorno
oscuro (una habitación, por ejemplo), que se les pide que adivinen un objeto
misterioso que se encuentra en ese lugar (un elefante). Tras palpar el objeto,
unos dicen que es una cuerda (han palpado el rabo), otros dicen que es una rama
de un árbol (han palpado la trompa), otros dicen que es un abanico (han palpado
la oreja) etc. Lo que hay de fondo es evidente, una falta de mirada completa al
objeto. Las personas solo son capaces de ver en su especificidad y no en la
totalidad.
En la actualidad, es la filosofía la disciplina capaz de superar la limitación de la especificidad de los especialistas científicos. Especificidad que en muchas ocasiones supera los límites de las capacidades del propio especialista. En este sentido, tal y como señala Odent (2014) respecto a la parábola de Wittgenstein: «esta parábola es hoy día más vigente que nunca, porque tenemos mayor necesidad si cabe de comunicación y de respeto entre disciplinas».1
Es por ello que:
En la interacción entre lo particular y lo global está el verdadero sentido que nos brinda la oportunidad de cosernos al mundo con el filamento de lo reconocible.
Ayoze González Padilla
La sociedad de la especialización
1. Cfr. BEORLEGUI, CARLOS. (2019). Humanos. Entre lo prehumano y los post- o transhumano. Editorial Sal Terrae, p. 16.
Cómo citar este artículo: GONZÁLEZ PADILLA, AYOZE. (2022). La sociedad de la especialización. Numinis Revista de Filosofía, Año 1, 2022, (CV6). http://www.numinisrevista.com/2022/10/la-sociedad-de-la-especializacion.html
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