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La filosofía del despertar

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 La filosofía del despertar

Hoy me propongo comenzar este texto intentando realizar un ejercicio filosófico que parte de pensar una frase.

 

«Tarde o temprano siempre hay que despertar».

 

Esta frase que toma forma de insignia ha formado parte de mi manera de entender la realidad en la medida en la que, inmerso en un mundo de fácil desconexión con el momento presente, puede ser utilizada como una forma de empezar de nuevo, es decir, como una forma de ser consciente para discernir esos momentos de «nublamiento», haciéndote responsable de ti mismo, trayendo a un ámbito sólido aquello que está en juego.

«Tarde o temprano siempre hay que despertar» significa un instante en el que te haces consciente de aquello que, de alguna manera habías postergado en el tiempo, y que, no estando presente de una manera constante en tu discurrir, se había implantado en tu subconsciente como una cadena intermitente que te ancla hacia aquello que no quieres destapar.


Todos tenemos un momento en nuestra vida que podríamos identificar como un punto y aparte, un momento de inflexión donde, ya sea para bien o para mal, te desprendes de aquello que te atormenta e inicias algo nuevo. 


Esta es precisamente la intención de este texto, aportar sangre nueva a una filosofía contaminada por una «vampirización» que se muestra fuera de tiempo, fuera de este mundo. Se trata de hacer un ejercicio de ventilación, quedándonos con aquello que nos aporta e incinerando aquello que nos ancla. Aunque, como conocimiento del pasado, como reliquias de la humanidad en manos de coleccionista, o como piezas museísticas, no hay que extinguir de forma permanente las inutilidades filosóficas. Simplemente se trata de hacer una copia de seguridad, seguida de un punto y aparte que de paso a algo nuevo. No debemos olvidar que somos historia, y toda historia olvidada nos condena a tropezar con los mismos errores del pasado.

Cuando comencé mis estudios de filosofía en la universidad, especialmente en los dos primeros años, la forma más recurrente en la que los profesores comenzaban sus asignaturas era realizando una falsa crítica a la filosofía, es decir, sacaban a relucir la inutilidad de la filosofía, diciéndose lo que ya todos sabemos que se dice (que la filosofía no sirve para nada), para posteriormente hacer un giro acrobático y terminar diciendo que todo lo anterior no es real y que verdaderamente la filosofía sí que es, no sólo beneficiosa, sino necesaria e imprescindible para las personas.

Esa denuncia constante de la filosofía hacia sí misma no es nueva, sino que ha existido siempre. La filosofía ha necesitado desde su nacimiento hasta nuestros días de una renovación constante y dinámica de su puesta en escena. La filosofía es una performance que necesita renovar su obra y elenco cada cierto tiempo. La aparición de nuevas obras sirve de avance hacia un nuevo rehacer que transciende los límites de lo propio en una manifestación temporal que unifica y simplifica aquello que ya fue dado.

Otto Neurath escribió una vez: 


«somos como navegantes que tienen que transformar su nave en pleno mar, sin jamás poder desmantelarla en un dique de carena y reconstruirla con los mejores materiales». 


Es precisamente esa tarea la que se pretende emprender aquí, una transformación del pensamiento, con la única salvedad de que, no se trata únicamente de una adaptación al tiempo presente, no se pretenden implantar recambios como cual navío viejo con la finalidad de seguir andando, sino que es precisamente la necesidad de un despertar, la necesidad de un golpe en la mesa que nos mueva a la transformación.

La filosofía del despertar emerge por tanto como un golpe en la mesa, un llamamiento a la reforma y a la integración. Un gesto de unificación y de igualdad, una amonestación hacia los despistados y un impulso hacia los integrados. La filosofía del despertar es futuro, pasado, pero sobre todo es presente, tiene en cuenta a ellas, a ellos, a elles, a ellxs y a cualquier manifestación, condición, género y especie. Aspira, sin dejar de ser crítica de sí misma, a enterrar, o al menos disipar esas introducciones en las que, para hablar de filosofía primero se pone de manifiesto su escaso valor. Es una filosofía que está en el mundo, es para las personas y pretende tener un valor intrínseco y manifiesto si necesidad de falsas justificaciones. Es tolerancia, libertad de opinión y libre expresión. Un instante que emerge de la eternidad para ser parte de nuestro tiempo.

 

«Tarde o temprano siempre hay que despertar».

 

Una filosofía del ahora despojada de prejuicios que nos brinda la oportunidad de pensar el presente desde el presente. Nos dirigimos por tanto hacia una nueva filosofía del despertar que nos abre camino hacia nuevas formas de estar y ser en el mundo.


Ayoze González Padilla

La filosofía del despertar


Cómo citar este artículo: GONZÁLEZ PADILLA, AYOZE. (2022). La filosofía del despertar. Numinis Revista de Filosofía, Año 1, 2022, (CV4). http://www.numinisrevista.com/2022/09/la-filosofia-del-despertar.html

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