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Tres generaciones

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Tres generaciones


Mis abuelas llegaron a verlas; mis abuelos, no. Tres generaciones: hijos, nietos y biznietos. Mis abuelos no las vieron por los pelos. La vida se les acabó apenas unos años antes, aunque lo natural es que hubiesen atestiguado la llegada al mundo de la tercera generación. Uno, a lo sumo, sólo podrá atestiguar la llegada a este planeta de una generación si acaso, y ya es mucho decir. Mis padres han visto dos: dos hijos y un nieto. Mi hermano, una: un hijo. Ese es el fruto del envejecimiento de la población y de la perversión del mercado laboral. Hasta hace unos años —cuarenta, quizás, en España— era relativamente normal encontrarse familias con bisabuelos, abuelos, padres, hijos y nietos: cinco generaciones coincidentes en un mismo espacio temporal. De cinco, a cuatro; de cuatro a tres; de tres a dos… y en esas estamos en buena parte de eso que hemos convenido en llamar sociedades avanzadas de la vieja Europa, aunque el escaso número de nacimientos no es sólo asunto preocupante en Europa —Italia, Grecia y España se llevan la palma—, también lo es en bastantes países asiáticos: Taiwán, Corea del Sur, Singapur, Macao, Hong Kong…

La población en España ha envejecido y uno es consciente de que es parte de ese envejecimiento. Toda simplificación es imprecisa y está sujeta a muchos matices, pero simplificando mucho —tíldenle a uno de impreciso y rebatan sus palabras todo lo que quieran—, el mundo se divide en países que propician una alta natalidad —la mayoría islámicos— y la formación de familias tradicionales y en países que propician la despoblación y el envejecimiento. Así, las regiones más jóvenes se encuentran en África, America Latina y Asia. Allí hoy es aún habitual encontrarse cinco generaciones —o como poco cuatro— en una misma familia. 

Las causas del envejecimiento son varias, pero la principal es el escaso poder adquisitivo de las personas que quieren formar una familia. Salvo excepciones, en la mayoría de familias trabajan los dos cónyuges —entiéndase esta palabra en sentido etimológico, unidos por el mismo yugo— y se las ven y las desean para conciliar la vida profesional y la familiar. Si uno no se desarrolla profesionalmente, parece que no es nadie: poderoso caballero es don dinero. Uno no tiene nada en contra de esas personas que anteponen el desarrollo profesional al familiar; es una decisión que muchos hemos tomado alguna vez en la vida. Pero tampoco tiene uno nada en contra de esas personas que sí anteponen el desarrollo familiar al profesional. Y aquí hay que llamar a las cosas por su nombre. Muchas de esas personas son mujeres. Parece que si eres mujer y dices que no quieres tener hijos y que prefieres desarrollarte profesionalmente, las sociedades avanzadas lo favorecen; pero si eres mujer y dices que quieres dedicarte a formar una familia y a criar hijos, probablemente te tilden de aburrida y de ser una mujer sin ambiciones, una mindundi subyugada a tu pareja que trae el dinero a casa, y si quien lo trae lo hace en abundancia, muy probablemente te tachen también de mantenida o aprovechada.

En fin, estamos en pleno mes de agosto y sufriendo semanas de calor intenso, así que uno no va a calentarles la cabeza ni cansarles con ninguna argumentación. Tan sólo les dirá que cuando más arriba sugirió que la disminución del número de generaciones vivas en una familia es el fruto del envejecimiento de la población y de la perversión del mercado laboral lo hizo conscientemente. El mercado laboral está pervertido. 

Recuerden este número: tres generaciones. Pronto serán sólo dos. Y ya somos muchos los que, probablemente, sólo nos quedaremos con nosotros mismos. Conocida es esa ley física que afirma que todo espacio vacío tiende a llenarse. Nosotros no tendremos hijos ni nietos ni biznietos, pero llegarán otros de otras regiones del mundo que los traigan y con ellos llegará, como siempre ha ocurrido en la historia de la humanidad, el mestizaje y la lucha de culturas. Que eso suceda en paz será un milagro. Si tienen hijos y nietos, pertenecen a esa clase familiar privilegiada de quienes son testigos de una rara especie en extinción: tres generaciones.

 

Michael Thallium

Tres generaciones

 

Cómo citar este artículo: THALLIUM, MICHAEL. (2023). Tres generaciones. Numinis Revista de FilosofíaÉpoca I, Año 2, (CV23). ISSN ed. electrónica: 2952-4105.

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