La gran estafa de los asientos
de autobús
Uno de los temas más fuertes que se manejan a la hora de hablar del sistema de corte capitalista que nos atraviesa en la actualidad es aquel que versa sobre el individuo, la individualidad y el individualismo. En contraposición al ensalzamiento del colectivo desde otros sistemas ideológicos, en la economía de mercado, el sujeto individual se erige como productor-consumidor —y a veces como propietario—, pero, sin ninguna duda, se le suele establecer como el verdadero y legítimo protagonista. No está fuera de lugar, por tanto, preguntarnos: ¿exactamente, a qué individuo se refieren cuando invocan esta presencia?
Primero,
considero necesario hablar de los procesos de estandarización frecuentes en
nuestro sistema productivo. Uno de los puntos fuertes de consolidación de la
economía industrial descansa precisamente en la reproducción técnica que hace
que un objeto sea accesible al consumo de la masa de potenciales consumidores.
Este fenómeno ya ha sido relacionado en varias ocasiones con la resultante
homogeneización de la población y el problema de facciones surgido de la misma:
como la uniformidad nunca puede ser absoluta, la sociedad acaba viéndose
escindida en grupos diferenciados por sus características e intereses, de los
que surge una mayoría o facción dominante que acaba haciendo pasar sus
disposiciones por las del resto.
Por
otro lado, también hemos de mencionar cómo la oferta tipificada de bienes y
servicios acaba generando espacios de vivencias que se asemejan más a marcos
normativos en los que los individuos presuntamente han de caber. Un
ejemplo perfecto para mostrar esta tendencia es la medida que tiene normalmente
un asiento, ya sea de autobús, de restaurante o de oficina. No se suele
cuestionar si esa extensión es justa y adecuada para acoger a todos los
posibles sentados puesto que se nos ha vendido la idea de que
los espacios ofertados por el sistema responden de manera justa a las
dimensiones corporales y personales de la mayoría de los seres humanos.
Así
es como la idea de individuo que se maneja en el sistema coincide con la
percepción de una industria que ha construido un sujeto que, teóricamente,
refleja una mayoría y que, por ende, es representativo de la sociedad.
Desgraciadamente, este individuo no es más que una de las mayores estafas que ha
proporcionado este sistema. Este “fiel reflejo de la realidad” se cae a pedazos
cuando se recuerda que, antes de la entrada triunfal de las industrias, ya
existían una historia, una cultura y unos patrones sociales que se encargaban
de construir y limitar los espacios destinados a ser ocupados por los
individuos. El mercado y la estadística, en su primer albor, heredaron una
concepción ya formada y sesgada de un supuesto individuo, que jamás fue una
buena plasmación de la diversidad de cuerpos y voluntades que caracteriza a la
humanidad como especie.
En
cierto modo —y teniendo en mente el ejemplo de los asientos—, la ampliación de
los marcos habitables y vivibles es mucho más fácil de lo que
pudiera parecer, puesto que su estrechamiento industrial también está asociado
con esa imperante y odiosa tendencia de tratar de individualizar todos los
espacios. El tratar de mantener ese objetivo, completamente contrario al
espíritu de nuestra especie, acaba provocando la molestia de aquellos que no
forman parte de la “facción mayoritaria”.
El
conflicto es el siguiente: los asientos del autobús se construyen de acuerdo
con una extensión espacial destinada a ser ocupada por un único sujeto —y que
no debe ser sobrepasada—. Si, en cambio, los asientos fueran
parecidos a los bancos callejeros y no tuvieran un uso individual designado,
sino que se promoviera su utilización colectiva, ¿acaso no
desaparecería el problema? La ampliación de espacios en base a cesar la
estrategia de individualización permite que quepan más de los individuos
reales, y no de los constreñidos industrialmente.
María Sancho de Pedro
La gran estafa de los asientos
de autobús
Cómo citar este artículo: SANCHO DE PEDRO, MARÍA. (2023). La gran estafa de los
asientos de autobús, Año 1, 2023, (CL19).
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Buena entrada, como de costumbre.
ResponderEliminarMuchas gracias!
EliminarSe debe hacer más hincapié en la distinción entre individuos reales y los marcos industriales que se confunden con ellos
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