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La gran estafa de los asientos de autobús — María Sancho de Pedro

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La gran estafa de los asientos de autobús

Uno de los temas más fuertes que se manejan a la hora de hablar del sistema de corte capitalista que nos atraviesa en la actualidad es aquel que versa sobre el individuo, la individualidad y el individualismo. En contraposición al ensalzamiento del colectivo desde otros sistemas ideológicos, en la economía de mercado, el sujeto individual se erige como productor-consumidor —y a veces como propietario—, pero, sin ninguna duda, se le suele establecer como el verdadero y legítimo protagonista. No está fuera de lugar, por tanto, preguntarnos: ¿exactamente, a qué individuo se refieren cuando invocan esta presencia?

Primero, considero necesario hablar de los procesos de estandarización frecuentes en nuestro sistema productivo. Uno de los puntos fuertes de consolidación de la economía industrial descansa precisamente en la reproducción técnica que hace que un objeto sea accesible al consumo de la masa de potenciales consumidores. Este fenómeno ya ha sido relacionado en varias ocasiones con la resultante homogeneización de la población y el problema de facciones surgido de la misma: como la uniformidad nunca puede ser absoluta, la sociedad acaba viéndose escindida en grupos diferenciados por sus características e intereses, de los que surge una mayoría o facción dominante que acaba haciendo pasar sus disposiciones por las del resto.

Por otro lado, también hemos de mencionar cómo la oferta tipificada de bienes y servicios acaba generando espacios de vivencias que se asemejan más a marcos normativos en los que los individuos presuntamente han de caber. Un ejemplo perfecto para mostrar esta tendencia es la medida que tiene normalmente un asiento, ya sea de autobús, de restaurante o de oficina. No se suele cuestionar si esa extensión es justa y adecuada para acoger a todos los posibles sentados puesto que se nos ha vendido la idea de que los espacios ofertados por el sistema responden de manera justa a las dimensiones corporales y personales de la mayoría de los seres humanos. 

Así es como la idea de individuo que se maneja en el sistema coincide con la percepción de una industria que ha construido un sujeto que, teóricamente, refleja una mayoría y que, por ende, es representativo de la sociedad. Desgraciadamente, este individuo no es más que una de las mayores estafas que ha proporcionado este sistema. Este “fiel reflejo de la realidad” se cae a pedazos cuando se recuerda que, antes de la entrada triunfal de las industrias, ya existían una historia, una cultura y unos patrones sociales que se encargaban de construir y limitar los espacios destinados a ser ocupados por los individuos. El mercado y la estadística, en su primer albor, heredaron una concepción ya formada y sesgada de un supuesto individuo, que jamás fue una buena plasmación de la diversidad de cuerpos y voluntades que caracteriza a la humanidad como especie.  

En cierto modo —y teniendo en mente el ejemplo de los asientos—, la ampliación de los marcos habitables y vivibles es mucho más fácil de lo que pudiera parecer, puesto que su estrechamiento industrial también está asociado con esa imperante y odiosa tendencia de tratar de individualizar todos los espacios. El tratar de mantener ese objetivo, completamente contrario al espíritu de nuestra especie, acaba provocando la molestia de aquellos que no forman parte de la “facción mayoritaria”. 

El conflicto es el siguiente: los asientos del autobús se construyen de acuerdo con una extensión espacial destinada a ser ocupada por un único sujeto —y que no debe ser sobrepasada—. Si, en cambio, los asientos fueran parecidos a los bancos callejeros y no tuvieran un uso individual designado, sino que se promoviera su utilización colectiva, ¿acaso no desaparecería el problema? La ampliación de espacios en base a cesar la estrategia de individualización permite que quepan más de los individuos reales, y no de los constreñidos industrialmente.

 

María Sancho de Pedro

La gran estafa de los asientos de autobús

 

Cómo citar este artículo: SANCHO DE PEDRO, MARÍA. (2023). La gran estafa de los asientos de autobús, Año 1, 2023, (CL19). http://www.numinisrevista.com/2023/02/la-gran-estafa-de-los-asientos-de.html

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3 comentarios:

  1. Buena entrada, como de costumbre.

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  2. Se debe hacer más hincapié en la distinción entre individuos reales y los marcos industriales que se confunden con ellos

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