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La apreciación de la cultura: el caso de la ruta del Bakalao

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La apreciación de la cultura: el caso de la ruta del Bakalao

Solemos valorar con mayor detenimiento y admiración aquello que no nos toca de cerca, al menos así tendemos a hacerlo en la península. Nos llenamos la boca alabando movimientos artísticos que cruzan nuestras fronteras, en cierto modo porque el mundo del arte ahí es donde ha querido poner el foco, olvidando de esta manera alguna que otra joya de nuestro propio país. El caso es que no hace falta buscar muy lejos para encontrar una escena musical digna de estudio y apreciación cultural, perfectamente a la altura del movimiento punk o grunge, como lo que comenzó a ocurrir en Valencia a finales del siglo pasado, la ruta Destroy, un total de 72 horas de fiesta ininterrumpida que consistía en llevar a cabo un recorrido por varias discotecas de la Carretera del Saler.

Habiéndose ya iniciado la década de los 80’, llega a nuestro país procedente del underground berlinés la música mákina, que comienza pronto a alojarse en Ibiza y Valencia, teniendo finalmente más recepción y exclusividad en esta última. En una España aún oscurecida por la época franquista y en plena transición democrática, los jóvenes se encontraban famélicos de vivir experiencias nuevas buscando reivindicar su derecho al ocio y la ruta empieza a dibujarles el destino ideal para llevarlas a cabo. En tan sólo diez años la ruta del Bakalao termina convirtiéndose en todo un fenómeno que nadie quiere perderse, un entorno en el que la muchedumbre persigue la evasión de una realidad impregnada por la precariedad laboral. Miles de jóvenes se encuentran seducidos por el sentimiento de unión y amor por la música –y, por qué no decirlo, también por alguna que otra sustancia– y acaban teniendo como única motivación la llegada del fin de semana para pasárselo entero de fiesta.

Pero, ¿qué ha pasado con la mítica ruta? ¿Por qué no se recuerda a la misma altura que la movida madrileña o cualquier otro fenómeno cultural español o internacional? No sería lógico achacar la denostación de la misma al consumo de estupefacientes, ya que las drogas se encuentran íntimamente ligadas a cualquier otro movimiento musical de la escena urbana, por no hablar de otros entornos concebidos como prestigiosos en los que también circulan este tipo de sustancias. Tampoco sería razonable negar que sí que existe el recuerdo de la ruta en el pensamiento popular, pero ¿de qué manera? Muchos podréis reconocer que la mayoría de personas que no investigan más allá del mito tendrán la imagen rutera bastante ensuciada y corrompida, ideándola como un acontecimiento en el que simplemente unos cuantos yonkis se concentraban para ponerse hasta arriba.

Pues bien, esta visión de la ruta del Bakalao no es nuestra, ni mía ni tuya, sino de los medios de comunicación sensacionalistas y posterior o, mejor dicho, consecuente de ello el juicio popular. Estos se encargaron de fomentar dicha imagen de la ruta, destrozando todo un patrimonio cultural digno de admiración. Y es que pocas veces en nuestro país, en ocasiones condenado a no estar preparado para este tipo de fenómenos, ocurrió tal evento multitudinario y vanguardista que nada le tenía que envidiar a otras ciudades capitales de la música electrónica en Europa. También podría argumentarse que no todo el mal lo ejercieron los medios de comunicación, ya que como en cualquier suceso que mueve dinero en nuestra sociedad capitalista, la ruta se plagó de tiburones queriendo conseguir su trozo del pastel, intentando beneficiarse al máximo de su producto y condenando el mismo a la decadencia. El único involucrado inocente y en parte olvidado es la música.

En definitiva, creo que es pertinente recordar que es necesario parar un momento –si lo consideramos oportuno– a valorar y apreciar aquello que se encuentra al alcance de nuestra mano. Cuestionemos, observemos, investiguemos y admiremos. En la situación que nos encontramos de bombardeo de información y estímulos, hemos de buscar por nuestra cuenta la parte de la historia que nos parece importante primero escuchar y más tarde contar. Siempre va a haber más de una versión, más de un argumento o más de un punto de vista, pero al menos tengamos por seguro que se trata del nuestro propio y que lo hemos conformado alimentándonos de lo que antes decidimos comer.

La apreciación de los fenómenos culturales y/o musicales siempre va a producirse cuando los medios de comunicación y, ahora más recientemente, las plataformas e identidades digitales decidan hacer eco de determinado acontecimiento; este hecho provoca que la otredad, lo no convencional y lo realmente transgresor –y no solo superficialmente radical– sea susceptible de ser tergiversado y destinado a la decadencia y posterior olvido. Por ello, tomemos consciencia y poder de decisión, elijamos con coherencia y sentido crítico cuál es nuestra opinión y qué fenómenos culturales consideramos necesario apreciar, impidiendo así que otros seleccionen el consumo y apreciación musical y cultural que se pretende que alabemos.


Ruta del Bakalao

Isaac Álvarez Yáñez

La apreciación de la cultura: el caso de la ruta del Bakalao


Cómo citar este artículo: ÁLVAREZ YÁÑEZ, ISAAC. (2023). La apreciación de la cultura: el caso de la ruta del BakalaoNuminis Revista de Filosofía, Año 1, (RM19). http://www.numinisrevista.com/2023/02/La-apreciacion-de-la-cultura-el-caso-de-la-ruta-del-Bakalao.html

ISSN ed. electrónica: 2952-4105

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