

El sendero de nuestro tiempo
Cada
tiempo es una novedad y trae consigo una serie de situaciones que nos lleva a
pensar la posibilidad de comenzar de nuevo, y todo comienzo es una forma muy
profunda de vivir. Que no solo está sujeto a un determinado contexto, sino que
en su amplificación podemos encontrarnos en la mirada de la otra persona. Y que
no se agota solo con el mirar, sino que va más allá de la misma contemplación y
es que hoy en día, las personas han perdido la posibilidad de contemplar, solo
se vive de manera acelerada, sin detenerse por un instante a pensar y
reflexionar; por ello, necesitamos hacer alto a nuestra vida acelerada, porque la
vida se convierte en un sendero, donde las personas deben aprender a lidiar con
las dificultades, pero no toda la vida es dificultad, por el contrario, no
sabes el momento exacto en que la verdadera felicidad, personificada en un ser
humano llega sin pensar que había de aparecer justo en el momento exacto en que
no lo pensabas.
Vivimos
tiempos muy complicados y bastante acelerados, donde las emociones son dejadas
de lado o usadas en nuestra contra para condicionarnos a vivir experiencias que
no buscamos, pero que se imponen como tareas obligatorias en nuestro día a día.
Nuestro tiempo es una llama viva que nos indica que el sendero no es único, por
el contrario, hay una diversidad de espacios que podemos explorar con bastante
esmero y que a través de ellos reflejamos nuestras profundas emociones, y es
que somos seres emocionales y no lo podemos cambiar, es lo que nos hace
diferentes y misteriosos a la vez, pero no para causar pavor, sino para ir más
allá de nosotros mismos, ahí donde la trascendencia nos permite pasar a la otra
persona sin importar las distancias.
Porque
cuando las personas aparecen en tu mismo sendero o tú en el mismo sendero de
esa persona que no esperabas que esté ahí, el mundo cambia de repente, la vida
se hace más llevadera de la que había sido hasta ese momento. Las cosas comienzan
a fluir, pero solo dependerá de quien elija seguir en el mismo sendero, y ahí
está el detalle del sendero de nuestro tiempo, todos estamos sujetos a una mirada
que no solo es la nuestra, sino la mirada antropológica de quien decide mirar
con sinceridad y sin malicia, donde esto último está plagado en muchas personas
que lejos de considerar el cambio como opción, dejan abierto la posibilidad de
enfrascarse en sus propios ensimismamientos.
Hoy
en día, el honor ha sido dejado de lado, las personas no hacen prevalecer el
honor por encima de sus propios intereses, por el contrario, si es de mi interés,
entonces lo defiendo con honor, pero no es honor, sino conveniencia y egolatría.
El honor es más profundo y va más allá de cualquier egoísmo, el honor es entregar
hasta nuestra propia vida con la finalidad de que la otra persona esté bien, aunque
no se agradezca, el honor no espera nada a cambio, se hace por propia convicción
y sin mala intención. El honor va ligado a la palabra, donde este logos tiene el
poder para poder transformar la vida de las personas. Hacer prevalecer nuestra
palabra es fundamental, en una sociedad donde el poder de la palabra a perdido
mérito o sencillamente no se le da el lugar. Son casi extintas las personas que
dan su palabra de honor, porque lo consideran retrogrado, pero se olvidan de
que por la misma palabra todas las cosas visibles e invisibles han alcanzado su
existencia.
Ahora
bien, nuestro tiempo necesita personas verdaderamente comprometidas con el
honor, la virtud, la confianza, que no dejen de ser, seres emocionales, pero
no dejarse llevar únicamente por la pasión de la emoción, sino que a través de
ella podamos seguir siendo más humanos y empáticos con nuestros congéneres. La distancia
no es el problema, sino la forma en que nos atrevemos a saltar esa distancia y
trascender hacia la otra persona, donde ningún obstáculo te limite a cruzar esa
línea, porque quien no arriesga nunca sabrá hasta donde pudo llegar ese sendero,
y quizá pierda la única oportunidad para llegar hacia la felicidad, esa que
tanto buscaba y anhelaba; y vuelvo a repetir, el detalle está en arriesgarte, soltar
y saltar junto a quien te toma de la mano a pesar de todos los obstáculos que
haya sorteado hasta llegar a donde se encontraba quien ahí esperaba. La vida es
una sola, no hay que dejarla pasar.
Vladimir Sosa
Sánchez
El sendero de nuestro tiempo




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