

Salgo por la mañana en busca de una cafetería o de algún bar donde desayunarme y escribir en el cuaderno en el que recojo, últimamente de forma un tanto irregular, pensamientos, reflexiones o meras palabras. Descarto acudir a la cafetería habitual. Me aventuro en busca de nuevos lugares adentrándome por unas calles del barrio que no frecuento. En el camino me topo con un quiosco y me llama la atención la prensa del día. Los cuatro periódicos de tirada nacional aparecen con exactamente la misma portada: noticieros cuatrillizos. Se trata de una imagen con el busto de una mujer que debe de ser muy conocida: joven de veintitantos, con los brazos cruzados en una pose estudiada y ensayada para una sesión fotográfica; en los brazos se le ven algunos tatuajes; la mirada perdida, labios gruesos y marcados sensualmente, con cierto aire melancólico que le da un toque de pensadora nostálgica. En realidad es una sobreportada por la que los representantes de la artista —o los promotores de la gira que anuncia— habrán pagado un pastón. Publicidad. Los rotativos la habrán aceptado de muy buena gana, porque andan caninos, y más aún con la que se les avecina a causa de las nuevas plataformas tecnológicas que promueven las omnímodas empresas que dominan internet.
Cuatro diarios que parecen ser el mismo si no fuera porque en la cabecera lucen sus respectivos nombres comerciales. Aún no los he abierto. Sigo buscando una cafetería. Me he gastado ocho euros. No sé muy bien por qué. Hacía más de un año que no compraba un periódico y resulta que hoy compro cuatro de golpe. Quizás lo hice para comprobar por enésima vez su sesgo ideológico. Ni siquiera aspiro a dar con algún rastro de buena literatura en ellos. Hace décadas solía decirse —los intelectuales y gente culta— que en los periódicos se escribía la mejor literatura contemporánea. Algo ha debido de ocurrir para que ya no me trague esa patraña que quizás algún día, quién sabe, no lo fue. Ocho euros. Y dije que me los he gastado. En otro momento de mi vida quizás hubiera proclamado a los cuatro vientos que los he invertido. Pero no. Hoy no. Los he gastado inútilmente o al menos esa es la sensación con la que me he quedado. Algunas personas compran tabaco, se toman unas cañas, compran ropa, videojuegos, libros; otras compramos sin ton ni son cuatro periódicos exactamente con la misma portada. ¡Bien por los publicistas de la veinteañera sensual de labios gruesos y mirada nostálgica e intencionalmente perdida! Han logrado colarnos la gira de su artista como noticia nacional. ¡Nada que no compre el dinero! Me consuelo con una conclusión absurda: quizás mis ocho euros sirvan para que las personas que trabajan en los periódicos puedan seguir haciéndolo. No me refiero a los periodistas que menudean en las cadenas de radio y televisión, sino a todos esos curritos anónimos que hacen que las empresas sigan funcionando cada día.
Llego a un bar y me meto a desayunar. Pido un pincho de tortilla sin pan para no engordar, un café con leche y un zumo de tomate. Lo del zumo de tomate es algo inusual. Hacía años que no lo tomaba. Debe de ser que hoy me ha tocado hacer cosas que no hago habitualmente, aunque no considero que el zumo de tomate sea un gasto, sino una inversión que espero disfrutar. Me siento a una mesa. En ella, amén de las viandas, descansan los cuatro periódicos.
Abro uno de ellos —el que el azar me ha puesto el primero— para ver la verdadera portada, esa que no han pagado los publicistas de marras. Seis noticias, seis titulares. Uno que señala que la fiscal de Madrid, que es la capital de España, ha ordenado la inmediata reapertura del «caso Leire» tras su archivo prematuro. A la tal Leire se la conoce como la «fontanera» del partido principal que sustenta el Gobierno nacional. Por fontanera, quienes así la apodan, se refieren a que desatasca los asuntos turbios del partido que la paga. Algunos testimonios apuntan a que las órdenes provienen del actual Presidente del Gobierno. Otra noticia habla de que el Presidente de Rusia desaira la «ruta de paz» con bombas sobre 48 bebés en Uncrania. Otro titular avisa de que hay una grave crisis en el Gobierno tras perder el control del debate sobre la política de vivienda en España. También aparece la fotografía de una periodista que está de moda —cuando priman los periodistas sobre las noticias, algo huele a chamusquina— y que, al parecer, ha demandado a la cadena de televisión para la que trabaja con el fin de aumentar su sueldo a más de 269.000 euros.
Tomo el siguiente periódico. Lo abro. «España comprará armamento a EE. UU. para dárselo a Ucrania». Ese es el titular que más llama la atención en la portada. Lo complementa una fotografía con vista aérea que aparece justo debajo. En ella se ve una fosa común para 54 gazatíes sin identificar. «Las chicas consumen más drogas que los chicos, y no sabemos por qué», afirma una epidemióloga de 40 años. «Washington impone nuevas sanciones al sector petrolero de Rusia» es otro titular bajo el que aparece otro más que señala que un partido político catalán amenaza con un otoño caliente, pero que el Gobierno de España no teme la ruptura de los pactos. Otro titular informa de que, en Andalucía, la oposición en bloque exige transparencia al presidente andaluz de turno por los «cribados fallidos» que afectan a miles de mujeres con cáncer de mama.
Siguiente periódico. Este solo tiene un titular y una foto que ocupa toda la portada. En ella se ve a una mujer en primer plano y a un hombre al lado de ella. De ellos dice el titular que están cerca de adelantar las elecciones autonómicas en Extremadura por la amenaza a sus presupuestos.
Último periódico. Dos fotos: una de una política catalana y otra del Presidente del Gobierno de turno. Según este periódico, parece que el Gobierno sí se toma en serio la amenaza del partido catalanista. El principal titular, sin embargo, habla de un «gran acto» en el Congreso y de un nuevo Cuelgamuros —erre que erre con la resignificación del Valle de los Caídos, etcétera— el próximo 20 de noviembre, fecha en la que murió Franco hace 50 años. Este periódico interpreta que el Gobierno está lanzando una campaña de «borrado» del dictador que gobernó España durante 40 años, pero que lo hace para tapar la corrupción que lo va cercando poco a poco. Otro titular informa de que EE.UU. impone nuevas sanciones contra el sector petrolero de Rusia; otro, que las donaciones al partido del Presidente del Gobierno crecieron en 2,3 millones de euros con el Covid; otro, que «las inmobiliarias dejan el negocio del alquiler por la intervención del Gobierno».
Pago la cuenta y emprendo el regreso. Ni fu ni fa. Cortinas de humo, nieblas de un día. De nada sirve lo que opine. Literatura barata, vulgar y de un día, para hacerte creer que estás mejor informado. Cuando llego a casa, abro Agosto 1914 de Alexandr Solzhenitsin. Lo compré por cuatro euros hace unos días. Eso sí que es una buena inversión, aunque el libro no figure entre los mejores y más conocidos del autor ruso. Esta novela es la cabeza de una tetralogía que Solzhenitsin consideró la obra de su vida. Fue todo un acontecimiento literario en 1971, un año después de que le dieran el premio Nobel de Literatura, con toda clase de incidentes e intrigas políticas. La edición que compré es la primera traducción al español directamente del ruso que aparece en Occidente. La hicieron alalimón dos comunistas: José Laín Entralgo y Luis Abollado Vargas. Aragonés el primero, andaluz el segundo; exiliados los dos en la Unión Soviética. Ojeo brevemente también el Diario de Papini y los Diarios de Robert Musil. Se me ocurre entonces el principio de una novela que jamás escribiré: Octubre 2025.
Michael Thallium
Octubre 2025
Cómo citar este artículo: THALLIUM, MICHAEL. (2025). Octubre 2025. Numinis Revista de Filosofía, Época I, Año 3, (CV135). ISSN ed. electrónica: 2952-4105. https://www.numinisrevista.com/2025/10/octubre-2025.html




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