

El lado correcto… tal cual no lo hay. Quiero decir que la Historia la vamos haciendo todos inconscientemente —poco a poco, segundo a segundo, minuto a minuto, hora tras hora, cada día, año tras año— y la consignan solo unos pocos. De la Historia tampoco sabemos mucho, más bien poco, y cada vez menos, y seguro que algún día terminará contándonosla alguna Inteligencia Artificial cuyas consignas repitamos ignorantes como ahora las repiten tantas personas concienzudamente en función del bando en que les ha tocado estar… o no estar siquiera. Eso de «estar en el lado correcto de la historia» nos ha llegado por influencia de los británicos y estadounidenses en el siglo XX, aunque probablemente la expresión provenga de mucho más atrás. Hay quienes dicen que la frase la acuñó Arnold Toynbee, un filósofo e historiador británico, y tirando del hilo se puede llegar hasta el Viejo Topo de los alemanes Marx y Hegel. Por el camino, incluso, uno se topa con Walter Benjamin y el Angelus Novus de Paul Klee.
Pero no, no quisiera resultar académico buscando un origen, rastreando el nacimiento de una expresión que suena grandilocuente, pero que en mi fuero interno considero atrevida y muy presuntuosa. En el siglo XXI la han repetido principalmente políticos para atraer a sus masas, próceres a quienes dentro de cien años nadie recordará. La frase está de moda y sirve para congregar acólitos en un mundo en el que la información se encuentra en Google —por cuánto tiempo aún está por ver—, pero donde el conocimiento —esa síntesis que los seres humanos hacemos con la información y la experiencia vital— cada vez va menguando más, automatizándose. En España también está de moda, y todo por un conflicto que se condensa en una única palabra: Gaza. ¿Por quién tomar partido?
En las vigilias de insomnio uno puede optar por dar vueltas en la cama, por leer un libro, por «movilear» con el dedito y ver pasar vídeos cortos y absurdos uno tras otro durante horas… También se puede hacer experimentos como ponerse a leer la prensa digital, todos esos medios de uno y otro bando: El País, Abc, Eldiario.es, El Mundo, Público, La Razón, El Plural, El Español, El Confidencial, InfoLibre, The Objective, Voz Pópuli… A todos se les ve el plumero con el que quitar el polvo. El tema en todos ellos: Gaza y Palestina, la cancelación de La Vuelta, las protestas violentas de una manifestación que se suponía pacífica, la eventual suspensión de acuerdos comerciales con Israel… Luego uno se da una vuelta —no la ciclista, claro— por la prensa europea —porque para eso habla uno algún que otro idioma— y ve que se habla menos de Palestina. Si se cruza el charco para navegar por la prensa hispanoamericana, uno comprueba que tiene que bucear mucho en las páginas de los diarios digitales para encontrar algo sobre Palestina; en la de Estados Unidos un tanto de lo mismo; y si ya se va uno a la prensa australiana, ni de Europa apenas se habla. Sin embargo, aquí, dale que te dale con el tema palestino. Y que no se me malinterprete —no es justificación en ningún caso—, lo que está ocurriendo allí es una tragedia, algo atroz y condenable, pero así son las guerras. Lo que me causa fastidio —y no puedo evitarlo— es la hipocresía y el cinismo, principalmente de quienes tienen puestos de poder y notoriedad pública, el postureo de salón con guardaespaldas o alfombra roja.
¿Quiénes estaban en el lado correcto de la Historia, los aqueos o los troyanos? ¿Los egipcios o los hititas? ¿Los romanos o los cartaginenses? ¿Los visigodos o los romanos? ¿Los musulmantes o los visigodos? ¿Los bizantinos o los otomanos? ¿Alejandro Magno o Darío? ¿Cleopatra u Octavio? ¿Gengis Kan o Manguberdi? ¿Juan Padilla o Carlos I? ¿Hernán Cortes o Cuauhtémoc? ¿María Tudor o Isabel Tudor? ¿Bonaparte o Wellington? ¿Lenin o Nicolás II? ¿Stalin o Hitler? ¿Netanyahu o Meshal?
Una guerra siempre es horrible y condenable. ¿Cuántos muertos van ya en Yemen desde 2014? ¿Cuántos en Sudán? ¿Y en el Sahel? ¿Quién habla de ellos? ¿Cuántas flotillas se fletan para salir bailando y reivindicando derechos en los telediarios?
No te preocupes, se hablará de ellos y de otros muchos más conflictos cuando haga falta distraer la atención con un cebo en el que piquemos todos para creer que estamos en el lado correcto de la Historia. Por cierto, que si diéramos por sentado que hay un lado correcto de la Historia, estar ahí también conllevaría asumir responsabilidades y dimitir para que otros lo hagan mejor. No caerá esa breva: nadie se va a dar por aludido. Total, dentro de cien años nadie se acordará de ello, y menos aún de estas palabras que he escrito y tú has leído. Mientras tanto, anda y gánate el pan si puedes.
Michael Thallium
Estar en el lado correcto de la Historia
Cómo citar este artículo: THALLIUM, MICHAEL. (2025). Estar en el lado correcto de la Historia. Numinis Revista de Filosofía, Época I, Año 3, (CV130). ISSN ed. electrónica: 2952-4105. https://www.numinisrevista.com/2025/09/estar-en-el-lado-correcto-de-la-historia.html




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Interesante reflexión
ResponderEliminarMe gustaría aportar una idea, el lado correcto de la historia es aquel que hace algo que merezca formar parte de ella. Por ejemplo como invasor o resistente épico.
Quien no estará al lado correcto, ni siquiera a ningún lado son los anónimos, los de los pequeños detalles cotidianos, los que sus acciones son altruistas y su mano izquierda no conoce lo que hace la derecha. Estos no existirán en ninguna historia. Y quizás no formar parte de ella sea lo mejor.
Decía Claudio Rodríguez que no quería que lo recordaran una vez muerto; y Borges, que se olvidaran de él. Y aquí seguimos nosotros recordando y creyéndonos en el lado correcto de la Historia sin saber cómo nos juzgarán quienes nos sucedan. Anónimos y felices, mejor.
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